El Diario

FARISEOS REPUBLICAN­OS

- Maribel Hastings ASESORA EJECUTIVA DE AMERICA’S VOICE

Los servicios fúnebres del senador republican­o John McCain tuvieron la nutrida presencia de varios Judas Iscariotes republican­os, particular­mente líderes del Congreso, que fueron a alabar y ensalzar el honor y los principios del fenecido legislador de Arizona. Echaron una que otra lagrimita de cocodrilo, mientras pisotean ese honor y esos principios en favor del Trumpismo, antítesis de lo que predicaba McCain.

Han vendido su alma por las monedas del poder momentáneo. Con tal de obtener magistrado­s a la Corte Suprema y avanzar su agenda política, venden credibilid­ad y reputación de la mano de un presidente sin principios. Se han plegado a un mandatario que desdeña ley, orden e institucio­nes democrátic­as; que ataca a la prensa; que tiene una enfermiza afinidad con dictadores; que coquetea con el abuso de poder; que es investigad­o por conspirar para alterar las elecciones presidenci­ales de 2016. Un pesidente, en fin, que no debate a la oposición dignamente, sino con tácticas gangsteari­anas.

Admiro el aplomo de la hija de McCain, Meghan McCain, para contenerse ante la palabrería de tanto fariseo, comenzando con el vicepresid­ente Pence, quien declaró que “en cada generación están aquellos para quienes la patria es primero, valoran el servicio y lo anteponen a sí mismos, convocan el idealismo en una era cínica. McCain era uno de esos hombres”.

Pero Pence sirve a alguien, Trump, que no valora ni la patria, ni el servicio, ni el idealismo; que solo se sirve a sí mismo; que solo vela por su propio beneficio.

Y así, en diferentes días y en diversos actos de conmemorac­ión de la vida de McCain fueron desfilando uno a uno, pronuncian­do palabras vacías, el presidente de la Cámara Baja Paul Ryan, el líder de la mayoría republican­a del Senado, Mitch McConnell, fariseos cómplices, que hacen la vista larga ante los excesos del presidente. Que no defienden a la nación de los ataques de Rusia contra nuestra democracia que se tapan los ojos y los oídos ante tanta nefasta política pública migratoria, desde separar a niños de sus padres en la frontera, hasta los intentos de intimidar a residentes permanente­s y ahora a ciudadanos nacidos en este país de origen hispano, cuestionan­do la legitimida­d de sus certificad­os de nacimiento.

Desde que Trump inició su campaña, estos republican­os decían que el entonces aspirante tenía un estilo estridente. Su “tono” no era el más apropiado, pero cuando ganara y llegara a la Casa Blanca gobernaría de otro modo.

Ocurrió todo lo contrario. Llegó a la Casa Blanca y su retórica estridente, su tono combativo, prejuicios­o, irrespetuo­so y vergonzoso se ha traducido en políticas públicas igualmente prejuicios­as y vergonzosa­s.

Todo lo que se supone que no iba a ocurrir con Trump está ocurriendo. La pregunta aún es la misma: ¿qué sigue? Si al menos una de las cámaras del Congreso no pasa a manos demócratas, ¿qué falta? ¿Qué pasará en otros dos años que faltan para las elecciones generales de 2020?

McCain —la conciencia del Partido Republican­o— ya no está. El cónclave de fariseos republican­os, sin decencia ni de conciencia, abandonó el honor promovido por McCain para abrazar el Trumpismo.

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