El Diario

Dijo Del Potro:

- Rafael Cores @rafacores eldiariony.com

Es el tenista más completo. Un saque potente y colocado que sale al rescate en los momentos críticos. Una derecha que puede ser tan profunda como angulada, según convenga. Un revés plano a dos manos que se puede convertir en el último instante en otro cortado a una para sorpresa del rival. Un “smash” que se pega a las líneas con precisión quirúrgica. Una dejada que, cuando no es definitiva, obliga al rival a llegar tan forzado a la red que queda vendido para el próximo golpe, que puede ser un sutil globo o veloz “passing”.

Novak Djokovic no es tan elegante como Roger Federer ni tiene la garra de Rafael Nadal, pero es el que ha llevado el tenis a su máximo nivel. Cuando está bien, gana siempre. Y gana fácil.

Así fue el domingo ante Juan Martín del Potro, un gigante argentino que es quien, entre los que nunca han estado en el primer lugar del ranking, el que más veces ha ganado –diez– al número 1 del mundo. El de Tandil venía jugando un US Open inmaculado, cediendo un solo set en los seis partidos anteriores.

Mantuvo ese mismo tenis ante Djokovic, incluso lo mejoró en algunos momentos, y lo máximo que logró fue forzar un tie-break.

6-3, 7-6 (4) y 6-3. Tercer US Open para Djokovic, que también ganó aquí en 2011 y 2015. Con el de anoche, igual a Pete Sampras en la lista de Grand Slams: 14. Sólo Federer (20) y Nadal (17) en el horizonte. Uno se pregunta cómo hubieran cambiado esas cifras si Djokovic no hubiera desapareci­do por problemas físicos y personales durante más de un año. “Nole” está de vuelta y vuelve a ser tan

dominador como antes. Este verano Londres (Wimbledon) y Nueva York han sido testigos.

Como un estadio de fútbol El ambiente era inmejorabl­e en el Arthur Ashe, el «Fue un lindo torneo que terminó asi... Y felicito a Djokovic. Yo me quedo con el trofeo del cariño, la amistad y el respaldo de todos mis seguidores»

estadio de tenis más grande del mundo, que tuvo que techarse por la lluvia que caía en Queens. Si de por sí es ruidoso, cerrado y con numerosos aficionado­s argentinos cantando continuame­nte “Oeoeoeoe, Delpooo, Delpooo. Oeoeoeoe, Delpooo, Delpooo” se convirtió en una cancha de fútbol.

El recital de tenis defensivo de Djokovic se impartió desde el primer juego del primer set. El ex número 1 del mundo llegaba a bolas que parecían imposibles, sin importarle que el látigo que Del Potro tiene por derecha lo hiciera correr de esquina a esquina de la cancha.

Con 4-3 y al resto, Djokovic se saca cinco puntos seguidos para lograr un break en un juego que Del Potro ganaba

40-0. Fue suficiente para cerrar el set en el siguiente juego con su servicio: 6 -3.

El break en el segundo set llegó antes para Djokovic, en el tercer juego. Pero Del Potro fue capaz de romper de vuelta en el sexto, de forma sorprenden­te, porque hasta entonces no había disfrutado ni siquiera de una bola de break.

Delpo a fondo

Entonces llegaron los mejores minutos del argentino ante un Djokovic que por unos momentos pareció humano. Algunos de sus golpes no eran tan profundos, lo que permitía al de Tandil hacerle más daño con su derecha. En el interminab­le octavo juego Del Potro tuvo hasta tres oportunida­des de romper para ponerse

5-3 arriba, pero un paciente Djokovic lo evitó. El tie-break era inevitable.

El primer saque del tiebreak fue un obús de Del Potro que ante cualquiera hubiera sido un ace. Djokovic fue capaz de devolverlo y anotarse el punto tras un intercambi­o. Aún así, el serbio perdió los dos siguientes puntos con su saque. Pero Djokovic seguía haciendo daño al resto. Es tan bueno en esa lid que en el tie-break llegó a devolver un primer saque de Del Potro a más de 130 millas por hora… que había ido fuera, como luego se pudo ver con el “ojo de halcón”.

El desempate llego igualado hasta el 4-4, cuando el argentino tiró una derecha fácil a la red. Djokovic no

tuvo problemas para cerrar el tie-break con su saque.

En el tercer set Djokovic logró el break en el cuarto juego haciendo una demostraci­ón de tenis defensivo inolvidabl­e. Respondía a cada latigazo de Del Potro desde el fondo, pegado a la pared, llegando a bolas imposibles hasta que hacía fallar al gigante sudamerica­no.

Aún así, Del Potro fue capaz de devolverle un break en el quinto juego para nivelar el parcial. Pero en el octavo juego no fue capaz de mantener su saque y entregó el partido en bandeja a Djokovic, al que había ganado cuatro veces antes –de 18 enfrentami­entos– pero Slam.. nunca en un torneo de Grand

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