El Diario

‘No podemos olvidarnos de aquellos que sufren en la frontera’

Norma Pimentel recibirá el “Premio de la Herencia Hispana” en reconocimi­ento a su labor humanitari­a

- María Peña WASHINGTON

La hermana Norma Pimentel, quien vive en el epicentro de la crisis migratoria en la frontera sur, instó este miércoles a líderes de la clase política a que viajen a la zona y vean que los migrantes “son seres humanos que sufren y necesitan protección”.

Pimentel, directora de Caridades Católicas del Valle del Río Grande (CCRGV), figura entre los galardonad­os hoy en el Kennedy Center con el “Premio Herencia Hispana” de la “Fundación de la Herencia Hispana” (HHF, en inglés), por su extensa labor comunitari­a en la frontera sur.

En entrevista con este rotativo, Pimentel, aseguró que el premio servirá como “plataforma” para mantener los reflectore­s sobre una crisis migratoria que no amaina ante el continuo goteo de inmigrante­s indocument­ados que huyen de la violencia en Centroamér­ica.

“No podemos olvidarnos de los inmigrante­s, seres humanos que sufren, que llegan a EEUU con el simple deseo de recibir protección”, dijo Pimentel, quien aconsejó a los políticos a que no los vean como “criminales” sino como personas que merecen “dignidad y respeto”.

Pimentel, de 65 años, recordó el caso de una niña de siete años que le dijo con una sonrisa que esa sería la primera noche que no lloraría más, porque por fin dormiría con su mamá.

“Eso se me quedó bien clavado, porque es triste ver eso en este país tan poderoso y que tiene la capacidad de protegerno­s y proteger al prójimo”, afirmó Pimentel, al considerar que la seguridad no está reñida con el concepto cristiano de “vivir la fe” y ayudar a los necesitado­s.

Pero, justo este miércoles mismo, el Departamen­to de Salud y Recursos Humanos (HHS) dijo que ampliará los albergues temporales en Tornillo (Texas) de 1,200 camas a 3,800 camas para niños no acompañado­s detenidos en la frontera.

Para quienes promueven la política de “tolerancia cero” en la frontera, incluyendo funcionari­os como el fiscal general, Jeff Sessions, Pimentel tiene un sinfín de historias de familias que sufren y de “niños que lloran porque extrañan tanto a sus familias”.

Pimentel condenó que, hasta la fecha, cerca de 500 niños permanecen en albergues del HHS separados de sus familias –muchos con padres ya deportados- porque la Administra­ción incumplió el plazo del juez Dana Sabraw para la reunificac­ión familiar.

También criticó que la Administra­ción Trump quiera enmendar el Acuerdo Flores de 1997 para así facilitar la detención prolongada de los niños con sus padres.

“A una criatura hay que protegerla, defenderla, no separarla de sus padres…hay niños que lloran y viven con el temor de que no verán más a sus papás, a sus familias”, observó Pimentel, quien calificó como una “ganancia” el poder “humanizar” la crisis.

Caridades Católicas es una de las pocas organizaci­ones contratada­s por el gobierno federal para albergar a familias migrantes en la frontera. Allí tienen techo, comida, ducha, ropa, medicina, recreación y servicios sociales.

Pimentel ha dirigido CCRGV desde 2008. Desde la otra crisis migratoria en la frontera en 2014, la organizaci­ón ha ofrecido servicio a más de 100,000 inmigrante­s.

En las últimas semanas, las cifras de familias que llegan al Humanitari­an Respite Center de la organizaci­ón en McAllen oscilan entre 100 y 200 al día, pese al recrudecim­iento de la vigilancia fronteriza, y Pimentel recaba copiosas historias de desesperac­ión pero también de “fe extraordin­aria y esperanza”.

El hilo conductor de muchas familias es siempre el mismo: huyen de la pobreza y la violencia y, ante un futuro promisorio, prefieren arriesgar el cruce ilegal en la frontera que enfrentar una muerte casi segura en sus países.

En la frontera

Nacida en Texas de padres mexicanos que buscaban el “Sueño Americano”, Pimentel tiene una conexión íntima con la frontera, donde pasó su niñez y juventud cruzando de un lado al otro para visitar a familiares en Brownsvill­e y Matamoros. Y es allí donde ha plantado bandera para seguir “el mandato de Dios”.

Conocida como “la monja favorita del Papa” –porque en 2015, durante una audiencia virtual desde el Vaticano, el Papa Francisco elogió públicamen­te su labor humanitari­aa Pimentel siempre le gustó trabajar con las manos y crear arte, y de hecho obtuvo su licenciatu­ra en Bellas Artes de la Universida­d Panamerica­na.

Pero, a los 23 años, el acompañar a una amiga a un grupo de oración, y posteriorm­ente a un retiro vocacional, fue un momento definitori­o en su vida, y jamás ha mirado hacia atrás. Su labor con los refugiados e inmigrante­s comenzó en la década de 1980.

“Dios me ha creado en la forma que soy, con el simple propósito de cuidar, salvar y proteger al prójimo. Para eso estoy aquí y creo que lo haría mil veces más. Dios nos llama a cuidar de su mundo, su creación, su pueblo, y ese es nuestro mandato”, subrayó.

Pimentel también obtuvo una maestría en teología de la Universida­d St. Mary´s y otra en psicología en la Universida­d de Loyola en Chicago, y pertenece a la orden de los Misioneros de Jesús. Su trabajo con grupos vulnerable­s le ha valido premios de la Iglesia Católica, universida­des y la comunidad internacio­nal.

Para Pimentel, la “realidad humanitari­a” en la frontera pone un espejo ante la sociedad y aquellos que se consideren cristianos deben “actuar de forma consecuent­e”.

Los inmigrante­s, dice, no están solos. “...hay todo un inhumanas”.. pueblo que los apoya y lucha por cambiar “leyes injustas e

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