Pueblos mágicos del Edomex
Familias aún mantienen las tradiciones de sus antepasados
En Malinalco y Metepec hay familias artesanas que mantienen viva la tradición heredada por los abuelos. Visitar sus talleres es un camino único para adentrarse en los destinos.
Ya no quedan ganas de volver a regatear el precio de una pieza cuando se admira tan de cerca la dedicación que José Manuel Hernández y Camelia Ramos ponen en cada detalle para crear un árbol de la vida o un rebozo en telar de cintura.
En su taller, ubicado a cinco minutos del centro de Metepec, la elaboración de sus piezas inicia con el preparado de la arcilla.
Primero la pone a secar, luego la tritura en un molino hasta que se convierte en polvo. Su abuelo, la trituraba a mazazos. En cuclillas, parece que preparara la masa para un pastel al que añade agua al tanteo y plumilla – la flor del tule que se da en las lagunas– para darle consistencia.
Una vez listo el barro se modela con la forma de Adán, Eva y la serpiente; también se transforma en soles, flores y catrinas.
Después de secarlas a temperatura ambiente por un par de días, las piezas se cuecen en un horno a 800 o 900 grados centígrados y después se pintan.
Al sureste de Metepec, a una hora y media en auto, se teje otra historia. Allí Camelia Ramos y su esposo José Mancio, se dedican a la elaboración de rebozos en telar de cintura y de pedal.
Originarios de Tenancingo, destino en donde el rebozo tiene una gran tradición, llegaron a Malinalco hace casi 30 años y fue el padre de Camelia quien enseñó a su yerno todo sobre estos textiles.
“Cuando alguien compra un rebozo compra tu esencia”, asegura Camelia, “lo que hacemos es plasmar nuestro sueños, nuestra vida cotidiana, hasta nuestros sentimientos”.l