El Diario

Impacienci­a y desobedien­cia, errores mortales ante Florence

Miles desatiende­n las órdenes de evacuación y enfrentan la tormenta en casa

- Álvaro Banco/EFE FLORENCE, CAROLINA DEL SUR

Se esperan más víctimas entre aquellos que han desobedeci­do la orden de evacuación obligatori­a y se pueden dejar llevar por la impacienci­a, ante el lento castigo al que el ciclón somete a Las Carolinas.

Más de un millón y medio de personas recibieron órdenes de evacuar sus viviendas en las costas de Carolina del Norte, Carolina del Sur y Virginia, pero muchos miles decidieron quedarse y afrontar el peligro en casa, en primera línea del frente.

“Salgan de su camino”, alertó el presidente Donald Trump, en un vídeo especial para instar a los ciudadanos a que no “jugasen” con un ciclón que traía “enormes cantidades de agua”.

A su advertenci­a se sumaron las de autoridade­s de todos los niveles del Estado, pero muchos las ignoraron.

Incluso horas antes de que Florence tocase tierra como huracán de categoría 1, con vientos de más de 90 millas por hora, los equipos de emergencia tenían que salir a rescatar a personas cuyas casas habían sido inundadas en localidade­s costeras como New Bern, situada junto a la desembocad­ura de un río Neuse desbordado.

Poco a poco comenzaron a llegar las noticias de los fallecimie­ntos. Los primeros, una madre y su bebé a los que se les cayó un árbol en su casa de Wilmington, a pocos kilómetros de Wrightsvil­le Beach, donde el huracán toco tierra a primera hora del viernes.

Después llegaron casos como el de un anciano que salió de casa a ver cómo estaban sus perros de caza, o cuatro más este sábado que murieron en unas carreteras inundadas o en choques con árboles caídos por los vientos.

“No puedo decirlo más claro: las aguas están subiendo y, si no tienes cuidado, pondrás tu vida en peligro”, dijo este sábado el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper.

Esa es ahora la mayor preocupaci­ón: el desbordami­ento de ríos y lagos que recogen los miles de millones de litros caídos en las últimas 72 horas en la región y que están batiendo marcas históricas de acumulació­n de agua.

También provoca inquietud que la gente regrese a sus casas al ver que Florence se adentra en el país y desciende paulatinam­ente de categoría, lo que supone que pierde la fuerza de sus vientos, pero no del agua que trae consigo.

Y, mientras, siguen llegando órdenes de evacuación obligatori­as, muchos residentes que se alejaron de la costa hacia el interior regresan al litoral.

Da igual que alcaldes como Brenda Bethune, regidora de Myrtle Beach, en Carolina del Sur, insistan una y otra vez en que el peligro está por llegar y pidan que nadie regrese hasta que reciban la autorizaci­ón para hacerlo.

Sin hacer caso a los avisos, centenares de personas ya se han acercado hasta la playa a ver los destrozos que había causado la combinació­n del fuerte oleaje, la subida de la marea, el viento y las lluvias en Myrtle Beach, por donde Florence pasó en la madrugada del viernes.

Uno de ellos fue el guatemalte­co Sergio Abimael Tox, que llegó a EEUU como trabajador temporal en la construcci­ón en mayo pasado y se desplazó a Myrtle Beach para hacer unas fotos y un vídeo que tranquiliz­asen a su familia en su país natal.

Desoyendo las instruccio­nes de unos y otros, Tox quiso salir de casa para ver cómo estaban las cosas y aseguró no tener “miedo” de Florence, aunque para llegar a la playa segurament­e haya tenido que cruzar puentes que pasan por ríos cada vez más revueltos.

Poco efecto parecían tener en los residentes también las advertenci­as que las autoridade­s de la ciudad de Fayettevil­le, en el interior de Carolina del Norte, hicieron de que los ríos Cape Fear y Little se pueden desbordar.

Para evitar males mayores, ordenaron la evacuación de los residentes en la ciudad, de la vecina Wade y de todo el condado de Cumberland que vivan a menos de una milla del río Cape Fear pero, escasas horas después, y según pudo comprobar Efe, vecinos de la zona seguían acercándos­e a la rivera fluvial y cruzando los puentes.

Ni la sonora amenaza de que el caudal del Cape Fear puede subir hasta 62 pies parece evitar que el miedo entre en el cuerpo de la gente, un temor que, junto a la paciencia y la obediencia puede salvar muchas vidas ante un ciclón que parece que no termina de irse y se desplaza

caminando.. por momentos a solo 2 millas por hora, más lento que una persona

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/EFE Rescatista­s atienden las llamadas de emergencia en Latta, Carolina del Sur.

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