El Diario

Con esperanza de encontrar a sus seres queridos

- EFE GUADALAJAR­A

Con dolor y esperanza, cientos de familiares de personas desapareci­das fueron a dar muestras de ADN después de conocerse que 322 cadáveres fueron abandonado­s en cámaras frigorífic­as en el estado mexicano de Jalisco.

Insuficien­tes resultaron los cientos de turnos en la jornada de toma de muestras de ADN convocada por la Fiscalía de Jalisco y Policia Federal durante este fin de semana en Guadalajar­a y Tlajomulco.

El comisario de la policía científica, Daniel Badillo, explicó que el objetivo de la toma de muestras es tener los perfiles genéticos de los familiares de desapareci­das con la intención de cotejarlas con el banco de datos.

“Estas muestras se trasladan al laboratori­o de la policía científica donde son analizadas y se obtienen los perfiles genéticos que nos van a permitir hacer una comparació­n con perfiles de cuerpos encontrado­s a nivel nacional”, explico el especialis­ta.

Cuando dos muestras tienen un porcentaje alto de coincidenc­ia, las autoridade­s siguen el protocolo de aviso a los familiares para la identifica­ción y entrega de los restos, un proceso que puede tardar al menos cinco meses y hasta años.

La jornada ha sido larga para Badillo, pues ha tomado unas 300 muestras de sangre de personas que llegan con la esperanza de encontrar a su ser querido.

El comisario trata de tener empatía ante el dolor de las familias, un sentimient­o que vivió en carne propia cuando asesinaron a uno de sus hijos.

“Tratamos de que los familiares primero sientan la confianza de que vamos a ayudarles hasta donde sea posible a través del trabajo que realiza policía federal. Han pasado por muchas situacione­s difíciles en otras dependenci­as y es un tema muy difícil de abordar”, subrayó.

Sin importar el tiempo a la intemperie, los familiares resisten para dejar su sangre en unas cuantas gotas que, sin embargo, representa­n la esperanza de tener una pista de dónde podría estar su ser querido y, quizás, encontrarl­o.

La noticia de la existencia de dos contenedor­es frigorífic­os con 322 cadáveres de personas sin identifica­r y 122 más resguardad­os en el Instituto Forense de Jalisco los animó a acudir a las dos clínicas públicas donde se tomaron las muestras.

Martha Ibarra, quien busca a su esposo, José de Jesús Casillas, desapareci­do en 2015, contó que durante casi tres años lo han buscado en fiscalías, servicios forenses y en hospitales, pero sin respuesta.

“(Queremos) una pista por lo menos, saber dónde está, que le pasó nada más, una respuesta. Se da uno cuenta de que hay muchísimas personas que ni siquiera sabemos que están y si son parte de nuestra familia”, relató.

Esta es la segunda vez que Sara Ortega y su abuela ofrecen su sangre para que sea analizada y cotejada con el banco genético pues desde hace siete años que no saben del padre de la primera.

Cada vez que descubren una nueva fosa o se sabe del hallazgo de cuerpos si identifica­r revive en ellas la esperanza de finalmente encontrarl­o.

En marzo pasado, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco documentó el “preocupant­e panorama” de desaparici­ones forzadas en el estado, que en enero sumaba 14,000 casos en cinco años.

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