EL CANDIDATO IDEAL DE TRUMP
La confirmación de Brett Kavanaugh a la Suprema Corte de Justicia refleja el ambiente divisivo por el que pasa Estados Unidos. El nominado mostró ser el juez ideal del presidente Donald Trump, con las características que precisamente lo hacen inaceptable para el cargo.
En la audiencia del jueves pasado se vio un Kavanaugh distinto al hombre que se presentó la semana anterior. El magistrado serio, intelectual capaz de poder imaginarlo sentado en el Alto Tribunal faltó a la cita. En su lugar llegó un individuo en medio de una catarsis emocional y lleno de rencor.
Fue insolente al presionar de mala manera a una senadora a que diga si ella no recordaba a la mañana lo que hizo en la noche anterior de borrachera. Fue inadecuado al despotricar contra los demócratas como si fuera un candidato político en una elección, en vez de un juez mesurado, con rigor judicial sin la bandera partidista. El nominado llegó a culpar a los Clinton de una campaña en su contra.
Kavanaugh dejó la imagen del Dr. Jekill y el Sr. Hyde. El protagonista impredecible de la película “El hombre y la bestia” no puede tener el cargo vitalicio de juez en la Suprema Corte de Justicia.
Es comprensible el enojo de Kavanaugh. No puede estar contento que sus hijas oigan que su padre era más conocido en sus años escolares por la bebida y las fiestas que por su devoción religiosa como lo quiso hacer creer. Peor aún, en esas reuniones se manoseaba mujeres y él supuestamente intentó violar una joven bajo la influencia del alcohol.
Kavanaugh se queja que hay “asesinato de su carácter”. El reclamo es irónico porque él mismo fue un promotor de la estrategia de la destrucción personal. Él fue el principal instigador a que se investigue de la manera más directa y humillante al ex presidente Bill Clinton por sus impropiedades sexuales cuando era parte del equipo del investigador especial Ken Starr en la década de los noventas.
Esperamos que la nueva investigación expeditiva del FBI aclare el panorama, pero tampoco se puede esperar mucho cuando la Casa Blanca es la que guía el proceso.
Si de testimonio se trata, la compostura y la expresión de la denunciante ante un recuerdo doloroso, Christine Blasey Ford fue más creíble que las lágrimas y exageraciones de Kavanaugh. Habrá dudas sobre el pasado, no las hay sobre las mentiras que dijo bajo juramento.
No sorprende que la actitud histriónica de Kavanaugh le haya ganado puntos con los republicanos. Fue gritón, partidista, agregó exageraciones y negó las acusaciones de hostigamiento.
Eso le gusta al Presidente que lo eligió porque el nominado cree en los privilegios de la Casa Blanca, y ahora se siente identificado porque hay mujeres acusando a Kavanaugh como pasa con él. Es el juez ideal de Trump.•