“En nuestro país está muy fregado...”
Un padre hondureño no pierde la esperanza de llegar con sus hijos
Acompañado de dos hijos de 6 y 15 años, con sus pies llenos de ampollas y con una pequeña mochila al hombro llena de ilusiones, Wilson, uno de los miles de hondureños que integran la caravana de inmigrantes de ese país, no pierde la fe de llegar a Estados Unidos.
“En nuestro país está muy fregado, está todo caro, no hay trabajo, el sueldo no ajusta (alcanza) para nada”, lamentó Wilson Suazo, de 37 años, con sus ojos llenos de lágrimas y visiblemente cansado por la caminata.
Suspira y ve a su hija de 15 años y a su otro hijo de 6 como queriendo detener el tiempo para no verlos sufrir.
“Yo dejé a mi esposa y otros hijos por una vida mejor, por ellos... por un mejor futuro”, expresó este inmigrante de San Pedro Sula, que pese a su complexión fuerte se quiera, llora.
Bajo una pertinaz llovizna en el Parque Centros del centro histórico de la capital guatemalteca, Wilson, quien trabajaba en el mercado de su ciudad, lo dejó todo, a su familia, porque su sueño es llegar a EEUU para darle mejor vida a sus hijos, a su esposa.
Migra también para salvar la vida de su hija de 15 años, a quien tenían amenazada los ‘mareros’. “Por eso, por eso, tengo que migrar” explicó con un dejo de nostalgia.
El inmigrante agradeció el apoyo que les han dado los guatemaltecos. “Hemos recibido comida, agua y albergue, no tenemos quejas”, relató.
“Esperamos que México también nos reciba con los brazos abiertos así como Guatemala, que nos den apoyo para seguir adelante, porque, la verdad, en Honduras, está cabrón (difícil)”, manifestó.
Pese a las amenazas vertidas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de no dejar ingresar a su territorio a los inmigrantes hondureños, de meterlos presos antes de deportarlos, Wilson va motivado y con la confianza puesta en Dios.
“Él (Trump) dice eso porque no sabe la clase de personas que vamos en la caravana. Somos trabajadores y lo que buscamos es un mejor futuro para nuestras familias”, enfatizó.
Wilson y sus hijos pasaron la noche en un albergue de inmigrantes en la capital. A primera hora de ayer se pusieron sus mochilas al hombro y caminaron al Parque Central. Allí se congregaron cientos de hombres, mujeres y niños. “Vamos para adelante, viva Honduras”, gritaron y agitaron pequeñas banderas de su país y partieron.
En fila, mujeres empujaban los carruajes en los que llevan a sus pequeños hijos, arropados con colchas y pese a la llovizna, no se detienen.
Es el caso de Iris Saraí, quien va con su hijo de 2 años, pero a quien también le acompaña su madre y otros
tristeza.. hermanos. “No tenía trabajo”, relató. Su rostro reflejaba