Expectativa
Aescasas tres semanas de las elecciones intermedias comienzan las especulaciones y los pronósticos en torno a qué partido dominará las cámaras del Congreso. Pero sobre todo, el papel que jugarán los diferentes grupos de votantes, ya sea en contribuir a que los demócratas le arrebaten las mayorías a los republicanos, o a que estos últimos permanezcan aferrados al poder.
Así, se analizará el comportamiento de los electores jóvenes, mujeres, hombres, de diversos niveles educativos y académicos; de los afroamericanos, de los asiáticos y, como siempre, de los hispanos, ese sector electoral que erradamente partidos, campañas y políticos tratan cual si fuera un bloque homogéneo motivado por los mismos intereses, cuando en realidad somos tan diversos como nuestras nacionalidades y orígenes, ideologías, niveles educativos, trasfondos e intereses.
Pueden pasar décadas y los partidos y las campañas siguen tratando a los hispanos con un paternalismo que raya en lo ofensivo, muchas veces imponiendo su criterio sobre cuáles son los temas que tienen que interesarnos.
Eso ha hecho que se sigan cometiendo los mismos errores, entre otros, pensar que una misma estrategia funciona para todos los electores hispanos. Pero no es lo mismo hablarle a hispanos de Colorado, Nuevo México o Texas, que a los de California y Nevada; a boricuas de Florida Central, a cubanos del Sur de Florida, o a centroamericanos de Virginia o Maryland. Hay hispanos con varias generaciones en este país y están los naturalizados, Ojalá que los latinos salgan a votar en grandes cifras, pues hay razones de sobra para hacerlo. quienes, por cierto, tienden a participar más de los procesos electorales que los nacidos aquí. Hay latinos de todos colores e ideologías.
El interés en participar del proceso político también varía, del mismo modo que ocurre en el resto de la población. Algunos cumplen sin falta con su deber cívico; otros requieren más motivación porque hay circunstancias que pueden incidir en que no participen: desconocimiento del proceso, sentirse abrumados por las presiones diarias; o no hacen la conexión entre sus problemas y la importancia de elegir funcionarios públicos que les busquen soluciones a esos mismos problemas. Otros también sienten que aunque participen, sus circunstancias no cambian y tiran la toalla.
Y sin duda una de las razones para tirar la toalla es que han sido muchas las ocasiones en que partidos y candidatos enamoran a los electores hispanos, estos votan por ellos y luego las promesas que les hicieron se las lleva el viento. Dejan a los electores hispanos como “novia de rancho”, vestidos y alborotados.
Hasta el momento hay un aura de suspenso en cómo se comportará el voto latino considerando que son comicios intermedios donde los hispanos no suelen participar en grandes cifras. Pero si algo nos enseñaron los comicios de 2016 y el triunfo de Trump es que de nada valen las predicciones.•