El Diario

Ulrhichsen:

- Susana Samhan/EFE WASHINGTON

Amable, generoso y al mismo tiempo un periodista cada vez más influyente e incómodo para Arabia Saudí en Washington, es como amigos y conocidos en la capital de EEUU describen a Jamal Khashoggi, el reportero desapareci­do a principios de octubre en Estambul.

“No era simplement­e un periodista, era una leyenda en Occidente, en el contexto estadounid­ense era como T. Friedman o F. Zakaria”, afirmó el analista Sigurd Neubauer.

El reportero saudí fue visto por última vez el pasado 2 de octubre, entrando al consulado de su país en Estambul, donde fue asesinado.

Riad atribuyó su muerte a una pelea en ese lugar.

Otros de sus amigos, Mike Franc, director de programas «Khashoggi estaba justo en el corazón de una ciudad donde los saudíes han tratado de influir». de la Institució­n Hoover, explicó que Khashoggi decidió mudarse a Washington en 2017 dejando atrás a su familia porque no tuvo opción.

“El Gobierno saudí cerró su cuenta de Twitter y le arrebató su capacidad de publicar columnas”, dice Franc, con lo que Khashoggi se vio entre la espada y la pared, “o renunciaba a tener voz (en Arabia Saudí) o buscaba un sitio donde podía llegar a gente”.

“Una de las cosas que solía decir es que ‘se trataba de un grupo de personas que no puede dirigir ni un club de deportes ¿Cómo van a dirigir un país?’ Esa era su crítica”, zanja Neubauer.

Una vez en Washington, Khashoggi se convirtió en referencia para todo aquel que quisiera entender la realidad del golfo Pérsico.

Khashoggi estaba justo en el corazón de una ciudad donde los saudíes han tratado, bajo la Presidenci­a de Trump, de influir por encima de otros. Todo esto lo convirtió en un crítico poderoso que las autoridade­s puede que hayan querido silenciar”, agregó Cristian Coates Ulrichsen, Rice.. experto de la Universida­d

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