Una ley imperfecta abre un debate crucial para el comercio de NY
La propuesta para negociar alquileres comerciales por un mínimo de años y con arbitraje si es necesario es blanco de críticas y anhelos en el Concejo
El dominicano Elvis Silverio era una de las casi 50 personas que había inscrito su nombre ayer para hablar en una audiencia en el concejo. Había preparado unas palabras que dos horas después de que esta empezara dudaba que terminara leyendo.
Estaba decepcionado con la postura de la alcaldía, representada por el comisionado del Small Business Services Gregg Bishop, sobre el Small Business Jobs Survival Act (SBJSA), una propuesta de ley que propone controvertidas soluciones para el cada vez más acuciante problema de las rentas comerciales. Es un problema que está acabando con un buen número de negocios pequeños y/o familiares de la ciudad y llenando de locales vacíos los vecindarios.
Silverio es dueño de un bar en Queens y también el presidente de la Asociación latina de Restaurantes, Bares & Lounges del estado de Nueva York. “Yo soy tercera generación de empresarios pero no veo una cuarta”, lamentó al comentar lo difícil que veía que se aprobara esta propues- ta de ley que intenta detener el aumento exponencial de las rentas. Además hoy entra en vigor la prohibición de fumar hookah lo que afecta a muchos locales latinos.
Bishop mostró en su testimonio ante el Concejo su preocupación por la situación del mercado del alquiler comercial pero dijo estar preocupado por las “consecuencias no deseadas de la legislación propuesta” además de “las posibles cuestiones legales de esta”. Es decir, que sea ilegal como plantea la Asociación de Propietarios, Rebny, desde donde se anticipan acciones legales en caso de que se apruebe.
Entre muchas de las cuestiones que Bishop apuntó, la ley no distingue entre multinacionales, franquicias o pequeños negocios, se aplicaría a todas las empresas con alquileres, por lo que terminaría haciendo más daño a los pequeños que estuvieran en una posición de desventaja a la hora de firmar un nuevo lease.
La ley, que data de los ochenta –ha sido repetidamente propuesta pero nunca aprobada y solo tuvo una audiencia hace más de una década–, aboga por la renovación de los alquileres comerciales por un mínimo de 10 años y en caso de que haya disputas sobre los términos del lease, incluido el precio, decide un árbitro de forma vinculante.
Ayer, el patrocinador de la ley, el concejal Ydanis Rodríguez, negó vehementemente que la ley fuera un “control de rentas”, y por tanto una intervención en la ley del mercado, como argumentan quienes están en su contra.
Según Bishop este arbitraje “no garantiza condiciones favorables para el inquilino” y explicaba que no es una “solución milagrosa” porque hay que contar con los costos de este arbitraje que además normalmente beneficia a quien mejor puede probar su caso, “normalmente la parte con más recursos”. Desde la Administración de la ciudad se favorece más el estudio de un impuesto a los locales vacíos.
La angustia de Silverio era compartida por muchos de los defensores de una ley que según Frank García, presidente de la National Association of State Latino Chambers of Commerce, “no es perfecta y no estamos de acuerdo en todos sus puntos pero por fin abre un debate que si no se mueve ahora no se va a mover nunca”. Lo que muchos empresarios quieren es que se debatan las mejoras pero no que se desestime ni su necesidad ni la urgencia de las soluciones al problema.
La necesidad de esta ley la han puesto de manifiesto los negocios familiares que están desapareciendo por las fuertes subidas de los alquileres o la falta de estos. “Algunos negocios no tienen contratos o los tienen mes a mes”, lamentó la presidenta de la Cámara de Comercio de Mujeres de Nueva York, Quenia Abreu. Es algo que impide invertir en mejorar los negocios “planificar de cara al futuro, pedir un préstamo o incluso pedir la certificación como empresa minoritaria (MWBE) porque se necesita un contrato”, señaló Abreu. Ella no cree tampoco que la ley sea perfecta pero quiere que se siga hablando para mejorarla.
Pedro Goico, dueño de Mamajuana Café Queens, explicó ayer a El Diario que en marzo renovó el alquiler de su local después de seis años y ha pasado de pagar $20,000 al mes a abonar $35,000. De los muchos problemas que se queja, sin duda señala al costo del alquiler como “lo más grande en este momento. Y a veces, los negocios, cuando pedimos créditos o hacemos mejoras nos quedamos entre la espada y la pared”.
El presidente del Concejo, Corey Johnson, ha llevado a audiencia una ley que durante años quedó fuera de este terreno público para esta ley y citó los muchos ejemplos de negocios que funcionan bien como Tortilla Flats en el West Village, Lenox Lounge en Harlem o Cup & Saucer en Chinatown que han tenido que cerrar como también tendrá que hacerlo la popular librería McNally Jackson que se va de su local en SoHo para encontrar una casa que no le cueste medio millón más de lo que paga.
Johnson, que habló del papel como creadores de empleo y contribuyentes de estos negocios que van desapareciendo, indicó que si no se hace de esta cuestión una prioridad “perderemos la vitalidad de nuestros vecindarios y Nueva York empezará a parecerse a otras ciudades que son como cualquiera, diseñada, aburrida”.
El presidente del Concejo dijo que quedarse de brazos cruzados ante la subida de rentas no es una opción. “Podemos adoptar esta ley o una versión de esta, pero que funcione”, dijo tras aceptar que