AL FINAL SÍ HABRÁ OLA AZUL
Parece que al final sí habría una “ola azul” demócrata sumando históricas cifras de escaños en la Cámara Baja. En el Senado, de mayoría republicana, los recuentos de votos en Florida, Arizona y una segunda vuelta en Mississippi podrían tener más sorpresas.
El resultado general sigue siendo mixto, porque el Congreso está dividido y el Presidente sigue siendo un republicano nacionalista hostil hacia mujeres, minorías, la prensa, las instituciones democráticas, la ley y el orden y, lo peor, con poder de veto.
Quizá la más clara señal de la “ola azul” es que Donald J. Trump está más descontrolado. Primero se paró en el podio en la Casa Blanca como dictador de república bananera a leer los nombres de sus correligionarios republicanos que perdieron sus escaños por no abrazar su agenda; se enfrascó en un tú a tú con el corresponsal de CNN Jim Acosta, y luego le canceló su credencial. Se autocongratuló porque las elecciones, según él, fueron casi una “total victoria”.
Pero luego llegaron resultados en todo el país que siguieron incrementando la ventaja demócrata en la Cámara Baja. Y las contiendas al Senado y la gubernatura de Florida fueron tan cerradas, que habrá recuento de votos.
En Arizona, el voto al Senado federal entre la demócrata Kyrsten Sinema y la republicana Martha McSally, se sometió a recuento y la demócrata llevaba la ventaja.
Lo que pone nervioso a Trump es que a partir de enero los demócratas controlarán la Cámara de Representantes y pedirán rendición de cuentas, comenzando por sus intentos de entorpecer la pesquisa sobre la colusión de su campaña con los rusos y la posible obstrucción de justicia, que conduce el exdirector del FBI, Robert Mueller.
Al día siguiente de las elecciones, Trump forzó al exsecretario de Justicia, Jeff Sessions, a renunciar y nombró a Matthew Whitaker—los ojos y oídos de Trump allí— como Secretario de Justicia interino. También Whitaker ha repetido que la pesquisa sobre Rusia es una “cacería de brujas”. Whitaker supervisará la pesquisa de Mueller. El cabro cuidando las lechugas.
Los demócratas no asumen el control de la Cámara Baja hasta enero, pero ya están enfrentados con Trump en torno a Whitaker.
Por más que Trump venda la idea de que nada ha cambiado, la realidad es que los demócratas aumentaron su representación a todos los niveles: 372 escaños legislativos estatales y 7 gubernaturas pasaron de manos republicanas a demócratas. Mujeres, jóvenes y minorías, incluyendo los latinos, salieron a votar en cifras sin precedentes en una elección intermedia.
Varios factores contribuyeron a que la celebración demócrata del martes fuera tímida: cuando anunciaron que en Florida el candidato demócrata a la gobernación, Andrew Gillum, había concedido al republicano DeSantis; que el senador demócrata Bill Nelson perdió la reelección ante Rick Scott; que la estrella ascendente en el firmamento demócrata, Beto O’Rourke, no pudo destronar al senador republicano Ted Cruz en Texas, y que la contienda entre la demócrata Stacey Abrams y el republicano Brian Kemp, en Georgia, no se había definido, se nubló el resto de la noche.