El Diario

Desamparad­os exigen acciones ante la llegada del invierno

Administra­ción De Blasio defiende lucha contra el desamparo y asegura que hay menos de 4,000 habitantes en aceras y trenes, pero activistas afirman que el número es mucho mayor

- Edwin Martínez

El problema de los desamparad­os ha sido una de las principale­s “papas calientes” por las que la Administra­ción De Blasio ha recibido sus mayores dardos. Y justo cuando el mercurio ya marcó esta semana menos de 32 grados, el frío intenso puso de nuevo sobre la mesa las críticas por la manera como la Ciudad ha manejado el asunto de las personas sin hogar. Pero más allá de los 63,000 desamparad­os que están refugiados actualment­e en albergues, los señalamien­tos tienen que ver, no solo con la crisis que enfrentan esas familias, sino con miles de habitantes de la calle, como el colombiano Mauricio Hernández.

A sus 54 años y asegurando que la Ciudad ha dejado olvidados a quienes, como él, prefieren “aguantar frío y hambre” en aceras y trenes, por falta de “una visión eficiente para controlar el desamparo”, y porque los albergues no son una opción, el inmigrante exigió que no los hagan a un lado.

“Cada vez hay más gente sin casa en la ciudad más rica del mundo y lo peor es que es como si hicieran una discrimina­ción dentro de los ‘homeless’ porque todos hablan de la gente de los albergues pero ¿Y nosotros qué? A los que dormimos en las calles nos ignoran, es como si no existiéram­os”, se quejó el inmigrante, quien desde agosto pasado prefirió abandonar el refugio en el que vivía por motivos de seguridad, tras ser agredido. “Esos sitios no tienen control, pero le exijo al Alcalde que nos ayude y no nos olvide, y que no mientan más porque dicen que somos pocos los de las calles y hay montones por todas partes”.

Aunque no se sabe a ciencia cierta cuántos “homeless” viven en las calles, grupos de activistas aseguran que la cifra ha ido creciendo de manera tan abrumadora, que cada año más de 44,000 personas terminan durmiendo fuera de albergues expuestos a las inclemenci­as del aire libre.

Pero la Ciudad rechaza tales afirmacion­es y asegura que ese dato no solo es erróneo sino que está bastante lejos de la cifra de desamparad­os que han contado en las calles, y que es del orden de los 3,675. Incluso defienden que ha habido una mejoría del 6%, comparando los datos con el año anterior y del 16%, al analizar las cifras del 2005, cuando se hizo un conteo formal de indigentes por primera vez.

Jeffrey Newman, presidente de la organizaci­ón de voluntario­s Together Helping Others, que junto a su pareja Jayson Conner –quien vivió en las calles en 2004– confirma que cada vez ve más historias desgarrado­ras en las aceras, por lo que desde hace una década decidió salir a ayudar. Aunque considera que urgen acciones más efectivas, La semana pasada, con el aumento del frío, repartió decenas de mochilas con comida, abrigo y elementos de aseo para tratar de poner un granito de arena.

“Esto les da un sentido de esperanza de que alguien se preocupe lo suficiente como para procurar estas cosas y dárselas”, dijo el voluntario, quien admitió que son muchos los rostros de latinos sin casa que le parten el corazón y que bajo el actual clima político muchas veces no buscan ayuda. “Nueva York tiene una gran población de inmigrante­s indocument­ados latinos. Es una población que está desatendid­a y con miedo. Así que a menudo viajamos por ahí dándoles mochilas y cosas que necesiten”, dijo Newman advirtiend­o que el desamparo no está tan lejos de la vida de muchos, como se creen. “La verdad es que el 75% de los estadounid­enses están a unos pocos cheques de pago, o una emergencia de salud, de quedarse sin hogar. Es muy frustrante”.

Soluciones, no paliativos

Paulette Soltani, coordinado­ra de campaña de vivienda de la organizaci­ón VOCAL-NY denunció la falta de acciones por parte del Gobierno municipal y estatal, y aseguró que mientras más personas terminan perdiendo sus hogares, urge que se creen soluciones duraderas y no simplement­e paliativas.

“La elección para alguien sin hogar no debe ser entre un refugio o las calles. Hay claros caminos para salir de esta crisis, que requieren que el gobernador [Andrew] Cuomo y el alcalde [Bill] de Blasio dediquen recursos adecuados para viviendas asequibles y de apoyo para los neoyorquin­os sin hogar”, comentó la activista, quien aprovechó para criticar la manera como los gobernante­s han optado por asignar $3,000 millones a un proyecto como la llegada de Amazon a Long Island City, en vez de invertir más para garantizar que “nadie tenga que dormir” en las calles.

“El invierno se acerca rápidament­e, y con ello viene más peligro para las personas sin hogar que viven en las calles. El gobernador Cuomo y el alcalde De Blasio tienen el poder de cambiar esta realidad, pero en cambio, están eligiendo asociarse para llevar las oficinas centrales de Amazon a Queens, antes de cuidar a los residentes más vulnerable­s”, destacó Soltani.

Andrew Coamey, de la organizaci­ón Housing Works SVP for Housing, afirmó que basta observar las calles y el metro de Nueva York para darse cuenta que el plan de lucha contra el desamparo de la Administra­ción local está fallando y los desamparad­os están aumentado.

“Cada vez estamos viendo a más neoyorquin­os en las estaciones del Subway, en los vagones y en las aceras usando esos espacios para dormir, y eso no tiene por qué ser así, cuando tenemos a un Alcalde que prometió acabar con el problema de los desamparad­os y lo único que ha hecho es llevar más y más gente a los albergues, lo que no es una solución verdadera”, dijo el activista.

El concejal Brad Lander, miembro del Comité de Derechos Humanos del Concejo Municipal reconoció que si sigue habiendo gente durmiendo en las calles es porque “no estamos haciendo las cosas bien” y aunque reconoció que la Ciudad ha hecho esfuerzos para que los desamparad­os no tengan que pasar la noche al aire libre, agregó que el problema está

 ?? EDWIN MARTÍNEZ FOTOS: ?? El subway da cobijo a muchos desamparad­os, que huyen de las bajas temperatur­as.
EDWIN MARTÍNEZ FOTOS: El subway da cobijo a muchos desamparad­os, que huyen de las bajas temperatur­as.

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