DESAFÍO REGIONAL
La presencia de miles centroamericanos en la frontera pidiendo refugio de la violencia de su país es un problema mayor al drama individual de cada peticionante. Es un desafío regional que exige un liderazgo estadounidense más amplio que colocar soldados en la frontera.
Que quede claro, los solicitantes de asilo deben ser escuchados y sus casos tomados en cuenta según las normas internacionales. Las limitaciones impuestas por el presidente Donald Trump de exigir que las solicitudes solamente sean consideradas en los puertos de entrada es una violación a los principios aceptados por Estados Unidos.
Las personas que integran las caravanas no son solo inmigrantes económicos sino que huyen de peligros reales. No se puede decir que son víctimas de una persecución gubernamental, pero sus autoridades son incapaces de proveer seguridad ante las amenazas. La desesperación es real. Cómo explicar que una madre se largue con su pequeño a semejante travesía desde Honduras hasta Tijuana.
Las autoridades mexicanas dicen haber recibido 2,697 solicitudes para un programa lanzado en octubre que da credenciales más rápidas para vivir trabajar y estudiar en el sur de México. La otra cara de la moneda son las denuncias de secuestros tanto en Oaxaca como en Puebla de más de 100 personas que fueron a parar al narcotráfico.
La respuesta a la emigración está en el país de origen. La huida es una vía de escape que permite la perduración de sociedades fallidas que no atienden a sus ciudadanos. La solución no es un millón de personas esperando entrar a EEUU. La inmigración es una cuestión regional que involucra el interés estadounidense en la estabilidad centroamericana. No es el caso de asumir responsabilidades pasadas sino buscar estrategias conjuntas de desarrollo y seguridad. Es todo lo contrario a la amenaza del presidente Trump de cortar la ayuda actual.
Lo ideal es una inmigración ordenada. Para eso es necesario un debate realista en nuestro país sobre las necesidades de mano extranjera en una nación con una tasa de natalidad reducida y una vida más extensa de sus retirados. Una conversación madura para realizar una reforma migratoria que no esté contaminada de temores y resentimientos, sino de realidades.
De la misma manera se puede hacer menos complicado el proceso para que los solicitantes de asilo puedan asistir a las citas posteriores con el juez. El alto grado de ausentismo para llegar a los tribunales no es porque son unos criminales como dice Trump sino por los “obstáculos estructurales y burocráticos”, señaló este año un estudio del Catholic Immigration Network y el Asylum Seekers Advocacy Project.
No creemos en las fronteras abiertas. Sí pensamos que Estados Unidos necesita una política migratoria que reconozca la necesidad que tiene de los inmigrantes, que mantenga la tradición de dar asilo y una política exterior regional con metas a corto, mediano y largo plazo. Eso es lo mas humano y lógico.•