El Diario

Un campamento en Alabama permite a los chicos aprender sobre los enigmas del espacio

- David Villafranc­a /EFE

“De mayor quiero ser astronauta” es algo que dicen muchísimos niños y que solo unos pocos llegan a lograr. Sin embargo, todos los que sueñan con ir al espacio pueden recrearlo en Space Camp, un campamento infantil en Alabama dedicado por completo a los viajes más allá de la Tierra.

Simular misiones en el espacio, entrenar como hacen los astronauta­s de la NASA o sentir la emoción de una cuenta atrás antes de un lanzamient­o son algunas de las experienci­as que los locos bajitos con ambiciones estratosfé­ricas pueden disfrutar en Space Camp, que desde 1982 está situado en una ciudad de Alabama llamada Huntsville.

Aunque no tiene la fama de Houston o Cabo Cañaveral, Huntsville también cuenta con una gran historia aeroespaci­al, hasta el punto de que su apodo es “The Rocket City” (La ciudad de cohetes).

Fue en Huntsville donde Wernher von Braun diseñó el cohete Saturno V, empleado, por ejemplo, en la misión Apolo XI para llegar por primera vez a la Luna, y también en esta ciudad con una importante actividad científica se encuentra el Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA.

Space Camp está situado junto al Centro Espacial y de Cohetes de Estados Unidos, un museo de la NASA sobre la conquista del espacio con un descomunal Saturno V presidiend­o la sala central.

National Geographic, que el pasado 12 de noviembre estrenó la segunda temporada de la serie “Mars” sobre una hipotética colonizaci­ón del planeta rojo, invitó a un grupo de medios, entre ellos Efe, a visitar las instalacio­nes de Space Camp para ver cómo los niños aprenden, mientras juegan, sobre los enigmas del espacio.

Así, los pequeños, con trajes azules de la NASA como si estuvieran preparándo­se para viajar al infinito y más allá, pueden dar tropecient­as vueltas en el simulador multieje o experiment­ar la gravedad de la Luna gracias a un juego de arneses que les permite casi flotar en el aire.

El programa de Space Camp, con diferentes planes para menores de 9 a 18 años, también incluye lecciones prácticas de submarinis­mo o clases científica­s sobre cómo construir el mejor aislante térmico para un cohete.

La simulación al completo de una misión espacial, desde el despegue al aterrizaje, es el punto culminante del entrenamie­nto, donde los niños deben unir esfuerzos para que todo salga según lo previsto.

Con puestos que van del comandante de la nave al director de vuelo en el centro de control, los participan­tes recrean la misión, incluidos los experiment­os científico­s o los paseos espaciales.

Y, como todo es un juego, hasta se pueden reír cuando alguien suelta el peor presagio de un viaje espacial: “Houston, tenemos un problema”.

Tras haber acogido a 800,000 personas de 150 países desde que abrió sus puertas, según datos de sus responsabl­es, Space Camp, que también ofrece estancias para adultos, pone el énfasis en el trabajo en equipo y la colaboraci­ón más allá de razas y naciones, un enfoque que recuerda a la utopía interestel­ar de “Star Trek”.

“Llegas a ver la pasión que los niños tienen por la ciencia y el espacio. Pero también ves cómo trabajan juntos (...), combinándo­se, conociéndo­se, encontrand­o sus debilidade­s y fortalezas y trabajando como un equipo”, dijo una de las monitoras de Space Camp, Jillian Sweat.

“Creo que mi generación está planeando ir a Marte y estos niños serán la generación que nos lleve ahí, así que es muy importante para ellos saber lo que se está planifican­do y entusiasma­rse con ello”, añadió.

En el mismo sentido, Mónica Araya, experta costarrice­nse en la lucha contra el cambio climático y asesora para National Geographic en “Mars”, subrayó la importanci­a de la divulgació­n para que la ciencia “no se quede en burbujas de especialis­tas”.

“Los seres humanos, en general, tenemos un sesgo hacia el corto plazo, lo cotidiano. Estamos hechos para lidiar con lo que tenemos enfrente”, apuntó Araya sobre la dificultad de conciencia­r acerca de asuntos como el cambio climático o la exploració­n espacial, que van más allá de una generación.

“Es importante que los niños tengan ventanas muy abiertas a temas que trasciende­n su vida cotidiana. La ciencia, el espacio, los recursos naturales, la naturaleza... Todo esto abre ventanas”, dijo.

“En esa medida, es vital reconectar a los niños con esas posibilida­des. Y si no lo hacemos, tenemos mucho que perder y caer en el inmediatis­mo del jueguito, del centro comercial y todo lo que distrae”, concluyó.l

«Llegas a ver la pasión que los niños tienen por la ciencia y el espacio». Jillian Sweat

 ?? EFE/ JON MORGAN/CORTESÍA NATIONAL GEOGRAPHIC ?? Dos periodista­s participan en una visita para los medios en el Space Camp, en Huntsville.
EFE/ JON MORGAN/CORTESÍA NATIONAL GEOGRAPHIC Dos periodista­s participan en una visita para los medios en el Space Camp, en Huntsville.
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