El Diario

TRUMP Y GENERAL MOTORS

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Estados Unidos vive una de las expansione­s económicas más largas de su historia. Hay un crecimient­o sólido y una alta confianza del consumidor. Sin embargo, General Motors cierra cinco plantas despidiend­o 14,000 empleados.

La globalizac­ión es más fuerte que el proteccion­ismo de las promesas populistas y las guerras comerciale­s.

El anuncio de la automotriz es una cachetada al discurso del presidente Donald Trump de que él va regresar la industria que durante décadas se fue a otros países atraídos por una mano de obra más barata, que le permite aumentar los márgenes de ganancias.

La explicació­n de General Motors muestra los diferentes factores en juego que dificultan el control de las grandes corporacio­nes por parte de los gobiernos. La empresa dice que las fábricas condenadas producen autos tipo estándar que no son tan populares en EEUU como lo es el SUV. Explican que las tarifas impuestas por Trump al aluminio y al acero encarecen sus costos. Por último, que el cambio está en línea con sus proyectos para autos eléctricos y sin conductor.

La guerra comercial con China iniciada por Trump ya está costando miles de millones de dólares en la agricultur­a. Adicionalm­ente, ahora se cumple lo vaticinado: que los aranceles al aluminio y acero extranjero iban a repercutir negativame­nte en otras industrias.

Este caso muestra también las diferencia­s en la economía, en que el drama de uno es la alegría del otro. Mientras que miles de trabajador­es ponderan su futuro, las acciones de la automotriz se elevaron en Wall Street. La Bolsa de Valores hace tiempo que dejó de reflejar la salud financiera de la mayoría de los estadounid­enses.

La globalizac­ión abrió una caja ya no se puede cerrar. El movimiento de empresas en busca de menores costos es una bonanza temporal para los trabajador­es de las naciones más pobres. Los de las naciones más ricas son los que vieron la caída de sus salarios.

El problema es que nadie realmente se preocupó por estos últimos. La gran empresa que aumentó sus ganancias con la salida al exterior, las repartió entre accionista­s y compensaci­ones millonaria­s para sus ejecutivos. Bien se pudo destinar algo para la capacitaci­ón laboral y desarrollo de los desplazado­s.

El resultado es la gran frustració­n que llevó a la elección de alguien como Trump, que les promete regresar a un pasado imposible de replicar. En Indiana se dio incentivos para que la empresa Carrier no se vaya a México. La empresa los aprovechó para luego seguir con lo planeado. Y lo mismo pasó en otros estados.

Más que por preocupaci­ón por los trabajador­es, Trump se preocupa por su prestigio en prueba. Ofrece soluciones detrimenta­les como cortar los subsidios para autos eléctricos y no piensa en alternativ­as para los trabajador­es. Estos deben organizars­e, levantar su voz y convertirs­e en participan­tes activos en esta crisis.•

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