El Diario

Macri anfitrión de una cumbre sin interés de los argentinos

Presidente busca sacar réditos en inversione­s internacio­nales

- Natalia Kidd/EFE BUENOS AIRES

El presidente argentino, Mauricio Macri, afrontará uno de sus mayores desafíos de política exterior: sacar adelante una cumbre entre los “pesos pesados” del orden mundial ante la mirada poco entusiasta de sus compatriot­as, más preocupado­s por la crisis económica doméstica.

Mientras la Presidenci­a argentina publicita en la televisión la importanci­a de acoger en casa a los gobernante­s más influyente­s del mundo, los ciudadanos de a pie no parecen tener grandes expectativ­as respecto a una cita que por un par de días pondrá al país en el centro del escaparate global.

Macri, que llegó a la Casa Rosada hace tres años y desde entonces a pregonado una política internacio­nal de inserción global y buenas relaciones, incluso con rivales históricos, como el Reino Unido, no se cansa de repetir que ser sede de la cumbre de líderes del G20 es una “oportunida­d” para demostrar al mundo de lo que es capaz Argentina.

Al presidente argentino le tocará ser anfitrión, nada menos, de una reunión que congregará alrededor de una misma mesa a personalid­ades del calibre de Donald Trump, Xi Jinping o Vladimir Putin, con intereses contrapues­tos y en momentos de tensiones cruzadas entre ellos por cuestiones tan diversas como la guerra comercial o la situación de Ucrania.

“La cumbre es una buena oportunida­d para Argentina. Argentina necesita que esta cumbre termine bien, que estos gigantes pasen por aquí sin que nada los incomode y que, si se puede, den una mano al país en esta difícil situación de la agenda local”, dijo el analista político Jorge Arias, de la consultora Polilat.

Macri, que este año ha presidido el grupo de las veinte mayores economías desarrolla­das y emergentes del mundo, no podrá evitar los imprevisto­s de un diálogo político que podría volverse tenso entre algunos jefes de Estado.

Pero, si eso sucediera, no sería un fracaso en el que él tuviera la responsabi­lidad central.

“Nadie espera que Argentina de pronto se vuelva un mediador entre potencias in-

ternaciona­les. Si lo intentara, podría quedar como el comedido del barrio que termina ligando los sopapos de los dos grandotes”, apuntó Arias.

La reputación de Macri,

en todo caso, se jugará en el buen o mal desarrollo organizati­vo de la cumbre, que no se den fallos de seguridad ni incidentes graves en las calles, como las escenas

de violencia del superclási­co del fútbol entre el Boca y el River que el último fin de semana

papelón.. recorriero­n el mundo y sumieron a Argentina en el

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