Macri anfitrión de una cumbre sin interés de los argentinos
Presidente busca sacar réditos en inversiones internacionales
El presidente argentino, Mauricio Macri, afrontará uno de sus mayores desafíos de política exterior: sacar adelante una cumbre entre los “pesos pesados” del orden mundial ante la mirada poco entusiasta de sus compatriotas, más preocupados por la crisis económica doméstica.
Mientras la Presidencia argentina publicita en la televisión la importancia de acoger en casa a los gobernantes más influyentes del mundo, los ciudadanos de a pie no parecen tener grandes expectativas respecto a una cita que por un par de días pondrá al país en el centro del escaparate global.
Macri, que llegó a la Casa Rosada hace tres años y desde entonces a pregonado una política internacional de inserción global y buenas relaciones, incluso con rivales históricos, como el Reino Unido, no se cansa de repetir que ser sede de la cumbre de líderes del G20 es una “oportunidad” para demostrar al mundo de lo que es capaz Argentina.
Al presidente argentino le tocará ser anfitrión, nada menos, de una reunión que congregará alrededor de una misma mesa a personalidades del calibre de Donald Trump, Xi Jinping o Vladimir Putin, con intereses contrapuestos y en momentos de tensiones cruzadas entre ellos por cuestiones tan diversas como la guerra comercial o la situación de Ucrania.
“La cumbre es una buena oportunidad para Argentina. Argentina necesita que esta cumbre termine bien, que estos gigantes pasen por aquí sin que nada los incomode y que, si se puede, den una mano al país en esta difícil situación de la agenda local”, dijo el analista político Jorge Arias, de la consultora Polilat.
Macri, que este año ha presidido el grupo de las veinte mayores economías desarrolladas y emergentes del mundo, no podrá evitar los imprevistos de un diálogo político que podría volverse tenso entre algunos jefes de Estado.
Pero, si eso sucediera, no sería un fracaso en el que él tuviera la responsabilidad central.
“Nadie espera que Argentina de pronto se vuelva un mediador entre potencias in-
ternacionales. Si lo intentara, podría quedar como el comedido del barrio que termina ligando los sopapos de los dos grandotes”, apuntó Arias.
La reputación de Macri,
en todo caso, se jugará en el buen o mal desarrollo organizativo de la cumbre, que no se den fallos de seguridad ni incidentes graves en las calles, como las escenas
de violencia del superclásico del fútbol entre el Boca y el River que el último fin de semana
papelón.. recorrieron el mundo y sumieron a Argentina en el