ELECCIONES EN PELIGRO
Si algo debe claro del reporte del investigador especial Robert Mueller es que la interferencia rusa en la elección presidencial de 2020 para volcar el resultado en favor de un candidato fue real. Esto debería ser motivo para tomar recaudos con el fin de evitar una repetición del pasado. Pero para la administración, no lo es.
El mismo día en que Mueller señaló que el desafío “más serio” para la democracia es el esfuerzo ruso para intervenir en la elección, el Senado bloqueó dos medidas para proteger el comicio. Y lo que dijo Mueller, fue expresado unos días antes por el director de FBI, Christopher Wray ante el Senado.
La oposición del líder de la Mayoría del Senado, Mitch McConnell, frenó varios proyectos de ley para evitar la interferencia extranjera y fortalecer la seguridad cibernética de los votos. Solamente promovió la medida que niega la visa a personas involucradas en la “interferencia inapropiada” en una elección. El resto está siendo rechazado, incluso las que tienen una autoría bipartidista.
Por ejemplo, se opuso a evitar que los extranjeros puedan
comprar publicidad electoral en los medios sociales y a imponer el deber legal a las campañas federales, a los candidatos y a los Comités de Acción Política, de reportar a las autoridades si reciben ofertas de ayuda de extranjeros. Se opuso a establecer un estándar mínimo de ciberseguridad en las máquina para votar, así como a codificar la colaboración para compartir información cibernética entre los servicios federales de inteligencia y las autoridades electorales estatales y locales y a imponer sanciones obligatorias a cualquier que ataque una elección estadounidense. Incluso dijo no a que el jefe de seguridad del Congreso pueda voluntariamente prestar servicios de ciberseguridad a las cuentas personales y los aparatos de los senadores y su personal.
El senador republicano se opone a lo que la llama la “federalización” de las elecciones. Pero ninguna de las medidas propuestas perjudica esa independencia.
McConnell también afirma públicamente que las medidas para contrarrestar la influencia extranjera no son más que una estrategia demócrata para seguir con el debate sobre la elección de 2016, para debilitar a Trump. El senador no quiere molestar al Presidente, que ve la preocupación por la intervención rusa como un cuestionamiento a su victoria electoral.
El desinterés de la Casa Blanca es un gran obstáculo para garantizar la seguridad electoral. El Presidente no toma en serio la amenaza. No le preocupa. Recientemente bromeó con el líder ruso Vladimir Putin, diciéndole ante los periodistas que no se meta en la próxima elección. Trump se negó a escuchar en persona la presentación que los servicios de Inteligencia hicieron al Congreso sobre la amenaza a la integridad electoral.
Los republicanos dicen que el peligro en las elecciones son los votantes indocumentados. Es parte de su incansable esfuerzo de ligar todos los males del país a la inmigración. Pero hay que dejar la politiquería a un lado y atender la verdadera amenaza a la democracia que viene desde afuera. No queda mucho tiempo.