Control de armas, un debate constantemente pospuesto
La Administración Trump propuso la pena de muerte para aquellos que cometen crímenes de odio o tiroteos masivos
Después de cada matanza, el país se sumerge en el mismo ritual: algunos sectores de la sociedad piden restringir la venta de armas, mientras que otros -encabezados por la Asociación Nacional del Rifle (NRA)- ven su derecho amenazado y arremeten contra cualquier intento de limitarlo.
Este fin de semana, en menos de 24 horas y a más de 2.500 kilómetros de distancia entre sí, dos hombres blancos usaron fusiles de asalto para disparar contra los vecinos que compraban en un centro comercial de El Paso (Texas) o se divertían en una zona de ocio de Dayton (Ohio), dejando en total 31 muertos.
Para el presidente Donald Trump, el problema no es la capacidad de sus conciudadanos para comprar armas diseñadas para la guerra, sino los desequilibrios mentales de “unos monstruos”.
Hasta ahora, la Administración Trump ha hecho dos propuestas: la aprobación de leyes estatales que permitan a un juez prohibir la posesión de armas a personas con enfermedades mentales y la imposición de la pena de muerte para aquellos que cometen crímenes de odio o tiroteos masivos.
Esa última propuesta se produce justo cuando las autoridades de El Paso investigan si el tiroteo que ocurrió en esa ciudad puede ser considerado “un crimen de odio”.
Minutos antes de comenzar a disparar, el autor del tiroteo en El Paso, Patrick Crusius, supuestamente publicó en internet un manifiesto racista en el que aseguraba que su ataque, que ha dejado 22 muertos, era una “respuesta a la invasión hispana de Texas”, estado fronterizo con México. Activistas contra la violencia protestan frente a la Casa Blanca en demanda de urgente reformas a las leyes de control de armas. la cadena conservadora Fox.
“El presidente Obama tuvo 32 tiroteos masivos durante su mandato. No mucha gente dijo que Obama estuviera fuera de control”, afirmó el mandatario citando a Kilmeade y tratando de hacer frente a quienes lo acusan de haber incitado al odio con su discurso contra la inmigración.
Entretanto, miembros del Gobierno de Trump, como el secretario interino de Seguridad Nacional, Kevin McAleenan, aprovecharon para solicitar más recursos para combatir el terrorismo doméstico.
La Asociación de Agentes del FBI se hizo eco de esas peticiones y consideró ayer que el Congreso debe tomar medidas para que los delitos que comenten los nacionalistas y supremacistas blancos dentro de EEUU sean considerados igual de graves que aquellos que perpetran los yihadistas en el extranjero.l