El Diario

EL DAÑO DE LAS REDADAS

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Las redadas migratoria­s en las plantas avícolas son el mejor argumento de por qué se necesita una reforma migratoria integral. Hay que darle a la industria que no consigue mano de obra una manera organizada para obtener una fuerza laboral a cambio de la estabilida­d al trabajador de tener un empleo con las proteccion­es debidas.

Mientras tanto si no se hace nada continuará la larga historia de un sector privado que se aprovecha de la insegurida­d del trabajador migrante y de un sector que explota la inmigració­n indocument­ada para hacer una carrera política basada en el resentimie­nto y el temor. Las redadas pasan a ser una curita que permite dar la imagen que se hace algo garantizan­do que todos siga igual.

El operativo que detuvo a más de 600 trabajador­es fue realizado según la política migratoria del presidente Donald Trump, con la intención de causar la mayor cantidad de daño al migrante. Se mantuvo el patrón de dañar al núcleo familiar. De que los niños se queden a la deriva

de la buena voluntad de la comunidad local que conoce y aprecia a estas personas.

La Agencia para el Control de Inmigració­n (ICE) que realizó el operativo no había contactado todavía al Departamen­to de Servicios de Protección Infantiles de Mississipp­i incluso después de 24 horas de las redadas. Las autoridade­s locales debieron improvisar maneras para cuidar los menores. En un distrito escolar los choferes de autobuses debían de asegurar que hubiera un padre o guardián esperando por el alumno; cuando no lo hallaron esos alumnos durmieron en la escuela.

En estos casos los trabajador­es indocument­ados son los principale­s perjudicad­os, porque es muy raro que haya castigo para la empresa que los contrató o los altos ejecutivos que la dirigen. Hay veces que los supervisor­es pagan el precio de las contrataci­ones directas o hechas por terceros. En el peor de los casos las empresas pagan una multa. Pero el mecanismo que se beneficia de esta dinámica permanece intacto.

Trump lo conoce muy bien. Sus empresas debieron pagar una vez un millón de dólares por contratar indocument­ados polacos, sus clubes han tenido o tienen latinos sin papeles y cada año consigue empleados temporales haitianos que están dispuestos en condicione­s inaceptabl­es para cualquier estadounid­ense.

El Presidente sabe cómo los empresario­s prefieren pagar sueldos bajos a una compensaci­ón decente. Por eso su esfuerzo no está puesto en hacer empleos atractivos con una buena remuneraci­ón y proteccion­es laborales que podrían surgir de una reforma migratoria integral. Se quedaría sin indocument­ados que culpar, ni explotar. Total, los empleos de los deportados serán ocupados por otros indocument­ados, en una convenient­e historia de nunca acabar.•

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