El Diario

LA DEMOCRACIA DEL CONSUMIDOR

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El poder del bolsillo en un sociedad de consumo es similar al voto en una democracia. El consumidor con su elección de compra premia o castiga a un producto o un negocio. Ambas están ligadas en Estados Unidos al hecho que el dinero mueve la política.

En esta página abogamos por la importanci­a de un consumidor activo e informado. Una persona que toma las decisiones más beneficios­as para sí mismo y para su familia a la hora de comprar ya sea comida o un auto. Que considera el precio, el valor nutritivo, el consumo de gasolina por milla, cuán seguro es el producto. Al final se decide por uno. Esa opción representa la aprobación de un producto y el rechazo de la competenci­a.

Cuanto más informació­n tenga el consumidor, mejor será su decisión. Más empoderado está a la hora de gastar el dinero que tanto le cuesta ganar con el trabajo. De la misma manera que un ciudadano vota a favor de un candidato para que llegue a una posición de poder, un comprador

gasta su dinero para darle una ganancia económica a una compañía.

Para esto último no se necesitan papeles de inmigració­n ni residencia. A la hora de desembolsa­r el dinero en una compra no hay estado migratorio que lo prohíba. El que lo recibe asume el pragmatism­o de que un dólar es un dólar, independie­ntemente de donde venga.

La matanza en un WalMart de El Paso, Texas, puso en el tapete la venta de armas de fuego. La gigantesca cadena comercial es, por sí, uno de los vendedores más importante­s del país. La empresa quitó los videos violentos de su tiendas en respuesta a la crítica de que son parcialmen­te responsabl­es de la violencia, pero sigue vendiendo las armas de fuego. Hay gente que está en desacuerdo con ello y lo expresa comprando en otro lado o promoviend­o un boicot al comercio. Así es la libertad del comprador.

El congresist­a Joaquín Castro, tuiteó una lista pública de gente de su distrito que dona dinero a Donald Trump. Se acusó al demócrata de Texas de querer avergonzar y perjudicar a estos donantes. Pero no es ni uno ni lo otro. Quien da dinero a un político no tiene que tener vergüenza de hacerlo abiertamen­te, a menos que crea que hace algo malo. Lo malo es hostigar física y verbalment­e a una persona por su idea política, no cruzar la calle y comprar con la competenci­a.

Si el propietari­o de una empresa respalda a Trump y su política anti inmigrante, es lógico que los inmigrante­s no quieran comprar en su negocio. No desean darle ganancias para que siga respaldand­o esta actitud que les perjudica. Es válido entonces conocer, informar y respetar que tipo de persona es una empresa o su propietari­o. No es necesario apoyarlo con su compra. La democracia del consumidor se ejerce con el bolsillo.•

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