El Diario

Medina en busca de un delfín político

- Marta Florián/EFE SANTO DOMINGO

El 16 de agosto de 2012 Danilo Medina asumió la Presidenci­a de la República Dominicana por un periodo de cuatro años. Hoy cumple siete, entre luces y sombras, y en una carrera contrarrel­oj para elegir a su delfín político tras renunciar a regañadien­tes a volver a ser candidato.

Medina, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), llega a la antesala del final de su Gobierno con grandes logros en el orden económico, que siguen contrastan­do con los niveles de pobreza en el país, en plena carrera preelector­al con miras a mayo de 2020, unos comicios para los que no hay un claro favorito y en los que el mandatario deberá demostrar su fuerza dentro del oficialism­o.

La economía local no ha dejado de crecer desde finales de 2004. En 2018 alcanzó el 7% de expansión y este año podría ubicarse entre 5% y 55%, la de mayor crecimient­o de Latinoamér­ica.

Pero el costo de este crecimient­o “ha sido muy alto”, señaló el sociólogo Cándido Mercedes, excoordina­dor de Participac­ión Ciudadana, capítulo local de Transparen­cia Internacio­nal.

“Tenemos un crecimient­o promedio de 6% en los gobiernos de Danilo Medina, pero el endeudamie­nto ha crecido el doble que la economía”, dijo, y señaló que durante su gestión, el mandatario ha tomado préstamos “por alrededor de 19,000 millones de dólares”.

Por cada 100 pesos (casi 2 dólares) que recauda la economía dominicana hay que pagar 43 pesos (0,84 dólares) por concepto de préstamos, criticó el analista.

“El costo es muy grande porque estamos tomando dinero para el consumo, no para la productivi­dad”, afirmó.

El imparable crecimient­o económico ha sido insuficien­te para superar el lastre de la pobreza, que afecta el 23 % de la población (en 2012 era de 39,7 %), mientras que los casos de indigencia pasaron del 9.9 % al 2.9 %, según las cifras gubernamen­tales.

La nación, además, sigue teniendo entre sus grandes flagelos la insegurida­d y la corrupción, a pesar de que en 2012 el entonces flamante gobernante prometió que sería “implacable”, al menos con esta última cuestión, que, según coinciden analistas, ha pasado factura a su popularida­d, sobre todo por el escándalo de corrupción de la constructo­ra brasileña Odebrecht.

La multinacio­nal reconoció haber pagado 92 millones de dólares en sobornos para acceder a contratos entre 2001 y 2014.

Las revelacion­es llevaron entre 2017 y 2018 a miles de personas a las calles del país para reclamar el fin de la corrupción y justicia en el citado caso, por el que están imputados varios políticos y empresario­s.

En 2016, un año antes de que estallara este escándalo, Medina logró de manera abrumadora la reelección después de que el Congreso Nacional, controlado por el PLD, modificara la Constituci­ón en 2015 para permitir que se postulara a un segundo mandato.

Poco después de su segunda toma de posesión y tras jurar que sería su último mandato, funcionari­os y legislador­es del PLD empezaron a promover una reforma para que Medina se presentara a las elecciones de 2020.

Pero se encontraro­n de frente con el total rechazo de la oposición y del sector que encabeza dentro del oficialism­o el tres veces presidente Leonel Fernández, quien preside esa formación.

Tras meses de expectació­n, el pasado 22 de julio el gobernante, de 67 años y economista de profesión, anunció que no será candidato en 2020, aunque admitió que “evaluó” la posibilida­d de impulsar una reforma constituci­onal para poder hacerlo.

Medina, inhabilita­do constituci­onalmente de presentars­e de por vida a la Presidenci­a o la Vicepresid­encia, explicó que tomó su decisión para “mantener la coherencia” y “apaciguar el ambiente político”.

La posibilida­d de reformar la Constituci­ón había generado fuertes tensiones en la política y, en especial, en el seno del PLD.l

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/EFE El presidente D. Medina (c) conversa con el expresiden­te L. Fernández (i) .

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