Políticas de asilo:
La Administración Trump está implementando políticas para frenar solicitudes de asilo.
me sentí humillada, sin valor alguno. Más cuando el hombre me amenazó y me dijo que si decía algo, iba a perder mi trabajo y el techo. Me hizo ver que nadie me iba a creer. Y que yo no tenía a nadie que viera por mí. Me recordó que mi padre nunca me había querido”, recuerda entristecida.
Al día siguiente, su patrona la notó triste. “Qué tienes, me decía. Te noto cambiada, muy triste. Qué te pasa. Yo nunca le dije nada. Ella era una excelente persona. No merecía enterarse de lo que había pasado. A los días me fui. Conseguí trabajo en una puesto de quesadillas”, dice.
Esa experiencia fue considerada por la oficial de asilo como extraordinaria. Hizo merecedora a Lucía de obtener el asilo político.
“El día que recibí el asilo en 2017 fue uno de los más felices de mi vida. Ese día, me di cuenta que existe un Dios que hace justicia. Para mi en ese momento, la deu
da por el daño hecho había quedado saldada”, agrega.
Su felicidad fue mayor porque el asilo beneficiaba no solo a ella sino a su esposo y a su hija Lucía. El 22 de junio, se cumplió el sueño que ella y su hija atesoraron por años, el reencuentro.
“Ese día nos dormimos a las cuatro de la mañana por la emoción de vernos. Mi madre es más guapa en persona”, dice Lucia quien ya tiene 20 años.
“Quiero estudiar inglés y ser estilista”, sostiene contenta al tiempo que abraza y besa a su madre de 47 años de edad.
La semana pasada, Lucía, la madre se convirtió en residente permanente de EEUU al recibir su tarjeta de residencia. Desde entonces no ha parado de sonreír.
“Esta semana voy a comenzar mi terapia por el abuso que sufrí a los 15 años de edad. Nunca antes he recibido ninguna ayuda psicológica”, dice Lucía feliz de tener a toda su familia unida; y al lado de la hija que llegó a creer nunca más volvería a ver.
La opinión de la abogada
¿Qué tan complicado fue el caso de asilo para Lucia, considerando que es mexicana?
Que los mexicanos no puedan obtener el asilo es un mito. La ley de migración protege a todas las personas que enfrenten un riesgo extremo en su país de origen, dice la abogada Cabrera.
Agrega que el caso de Lucía es un caso extraordinario, precisamente por la complejidad que representó comprobar el sufrimiento y tortura a la que fue sometida cuando era una adolescente, pero los daños emocionales y psicológicos persisten aún después de haber pasado mucho tiempo.
“Fueron tan evidentes [los daños] que Lucía no tuvo que acudir a una corte de migración para demostrar que merecía el asilo”, señala.
Y externa que es una gran alegría que Lucía esté a salvo en los Estados Unidos sin riesgos de deportación. “Lo principal es que logró reunirse con su hija después de 13 años y gracias a este mismo beneficio migratorio. Lucia hija llego legalmente al país con una visa de migrante, y está en espera de su permiso de trabajo”, puntualiza.
Lección que deja el caso
“No darse por vencido y buscar ayuda legal profesional sobre todo en estos casos complicados que parecen imposibles, pero con una buena preparación, decir la verdad y enfrentar el proceso con dignidad y valentía se hace la diferencia”, subraya la abogada.l