NOMINACIONES PELIGROSAS
El secretario de Estado, Mike Pompeo, cree que la protección de los derechos humanos “se ha desviado de su misión original. Con el fin de corregir el rumbo creó una comisión para atender aquellos que él piensa que son “inalienables”, como sagrados, y está poniendo al frente de la misma nada menos que a un proponente de la tortura para dirigir esta área en el gobierno federal.
Esto amerita una explicación. Al presidente Donald Trump no le interesa la libertad de expresión, ni la de reunión, ni la de elegir a nuestros líderes, ni la inmensa mayoría de los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es más, su simpatía y admiración es hacia los líderes autoritarios de naciones como Norcorea, Arabia Saudita, Egipto y Rusia.
Por eso no sorprende que su gobierno refleje esos mismos valores. Esto se puede deber a la conveniencia política de quedar bien con la derecha religiosa. O a la ideológica: pensar que con el uso de la fuerza extrema se logran los objetivos buscados y que estos la justifican.
Un ejemplo de ello es la nominación de Marshall Billingslea como el funcionario de más alto rango responsable de la política estadounidense de derechos humanos. Parece una broma de pésimo gusto que el próximo subsecretario de Estado para la Seguridad Civil, la Democracia y los Derechos Humanos sea uno de los autores de los “interrogatorios intensos” que hicieron famoso al exsecretario de Defensa, Donald Rumsfeld, después del 9/11.
Un documento interno del Pentágono de 2003 muestra que Billingslea presionó para que se torturase a los detenidos en la Base Guantánamo, a pesar de la resistencia de los militares. Un grupo de trabajo que integraba Billingslea recomendó a Rumsfeld el uso de 35 técnicas de interrogación de ese tipo. Cuando se quiso reducir a 28, se insistió con las 35.
Robert Destro es otro nominado, como subalterno directo de Billingslea al puesto de asistente del Secretario para Democracia y Derechos Humanos. Destro es un académico de una universidad católica, conocido por su labor en defensa de los cristianos en Irak.
El Senado puede y debe impedir que avancen las nominaciones de Billingslea y de Destro.
La intención de Pompeo en la Comisión de Derechos Inalienables para priorizar como si fuese un derecho humano la oposición al aborto, el rechazo de los gays y la defensa del cristianismo contra los musulmanes. Esto pone la política exterior del país en manos de la extrema derecha religiosa.
La política migratoria de Trump no es más que una violación a los derechos humanos. Desde la separación de familias, hasta la decisión de deportar niños con cáncer. Y estos nombramientos en el Departamento de Estado son una expansión internacional de una visión aberrante en donde la tortura y los tiranos son bienvenidos.•