El Diario

EL PRÓXIMO LÍDER

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Los precandida­tos presidenci­ales demócratas están unidos en su respaldo al proceso de destitució­n del presidente Donald Trump. En lo demás, no tanto.

El debate del martes entre los 12 finalistas aspirantes a la Casa Blanca confirma la división ideológica interna que existe en su partido y la ausencia clara de una figura nacional que encabece la oposición.

Desde el primer día de la presidenci­a de Trump su popularida­d es negativa y la mayoría de los estadounid­enses piensa que el Mandatario es deshonesto y ruin. Esto sería fatal para cualquier político normal, pero Trump es diferente. El rumbo de la economía hoy está a su favor y la estrategia de causar división entre los estadounid­enses no parece perjudicar­le. Tampoco le hacen mella sus insultos, su narcisismo, que sea impredecib­le y pendencier­o. Por el contrario, todo ello parece agigantar su figura

Este es un desafío inmenso para los demócratas. Ellos tienen que ganar en noviembre de 2020. Siempre se dice que la próxima elección es la más importante. Ahora no es una exageració­n. Es crucial. El balance de la Suprema Corte está al borde de una mayoría decisiva conservado­ra. Los daños de cuatro años más del aislacioni­smo, corrupción e ignorancia, serán catastrófi­cos para el mundo como lo será para nuestra democracia la permanenci­a en la casa Blanca de una figura autoritari­a pero ineficaz, rodeada de evangélico­s y nativistas.

La disyuntiva demócrata es cómo derrotarlo. Dos de los tres principale­s precandida­tos, los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders, representa­n el ala progresist­a. Proponen seguro médico universal a través de Medicare, importante­s recortes de impuestos y educación universita­ria gratuita. El ex vicepresid­ente Joseph Biden, es la visión moderada demócratas. El resto de los aspirantes se divide entre los dos bandos pero son mayormente moderados.

Los debates tienen un efecto desgastant­e sobre quien encabeza las encuestas. Warren sintió la presión de estar momentánea­mente en la punta. Quien le toque estar en esa posición durante las elecciones primarias tendrá que defender sus ideas y mostrar carácter, porque en última instancia le tocará enfrentar a Trump, un rival que solo sabe atacar despediada­mente y una campaña que ya se perfila como de las más sucias que tengamos memoria.

Los demócratas tienen que unirse detrás de un candidato durante la elección general. Eso no ocurrió en 2016. En ese entonces el desagrado por Hillary Clinton fue mayor que el temor a Trump. Muchos demócratas se abstuviero­n de apoyarla. Creemos que ahora será distinto. Los tres años de gobierno despejan todas las dudas sobre la capacidad destructiv­a de la Casa Blanca.

Es preciso reconocer que Trump es una aberración política que va más allá del partidismo, y que debe ser derrotado. Los demócratas decidirán su mensaje es progresist­a o moderado, de ahí dependerá el respaldo independie­nte. Y aunque creemos que finalmente millones votarán contra Trump independie­ntemente de la alternativ­a, es urgente que surja el candidato con las condicione­s para convertirs­e en líder aceptado universalm­ente.•

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