Un penal con historial de abuso y violencia
El complejo carcelario ha estado por décadas rodeado de escándalos por violaciones, brutalidad de oficiales y confinamiento solitario
La Ciudad de Nueva York está dando un paso histórico con la aprobación del plan de cierre del masivo complejo carcelario de Rikers Island, que por años ha sido símbolo de la desigualdad en el sistema judicial por la exagerada criminalización de las comunidades de color de la Gran Manzana, y por ser un ejemplo de lo peor de la cultura de violencia carcelaria, con altos niveles de abusos cometidos contra los reos, así como negligencia y una pésima administración.
Décadas de encarcelamiento masivo que han tenido como protagonistas prinno cipales a miles de hispanos y negros, aunado a casos de abusos sexuales y violaciones de reclusos, así como el uso de prácticas prohibidas de revisiones a reos desnudos incluyendo sus partes íntimas, han provocado una ola de protestas y reclamos de cerrar la cárcel. A todo esto se unen polémicos episodios de brutalidad por parte de los oficiales de prisiones, incluyendo la práctica de confinamiento solitario sobre todo de adolescentes.
Fue precisamente el suicidio del joven afroamericano Kalief Browder, quien pasó tres años en Rikers, dos de ellos en confinamiento solitario cuando tenía 16, y que no pudo salir libre por poder pagar su fianza de $3,000, uno de los casos que aumentó la presión para que se pusiera fin al infierno en ‘la roca’. Browder fue liberado cuando se determinó que no había suficientes evidencias contra él, pero los abusos sufridos durante su encierro lo afectaron mentalmente al punto que decidió quitarse la vida.
En el 2015, tras la muerte de Browder, y mientras era presidenta del Concejo Municipal, Melissa Mark-Viverito fue una de las principales impulsoras de la reforma del sistema judicial penal en la Gran Manzana. La política puertorriqueña encabezó un estudio realizado por un grupo de expertos y dirigido por el juez principal retirado Jonathan Lippman, que consideró las opciones para cerrar Rikers.
“¡Lo hicimos! Hoy, dimos el primer paso para cerrar Rikers y finalmente estamos un paso más cerca de crear un sistema de justicia justo y equitativo. Esto no hubiera sido posible sin las innumerables voces valientes que hablaron en apoyo de este tremendo esfuerzo. ¡Gracias a todos!”, dijo Mark-Viverito quien estuvo presente en la votación en el Concejo donde fue ovacionada por ser la pionera en este asunto.
Y aunque en el 2016 el alcalde Bill de Blasio se opuso a la idea por los costos que implicaba para la Ciudad, luego que el grupo presentó el reporte de su estudio en el 2017, en el cual se recomendó la clausura del complejo carcelario, fue entonces cuando De Blasio dio su apoyo a la idea y a mediados del 2018 presentó el propio plan de la Alcaldía, el cual fue votado ayer por el Concejo Municipal.
“Durante décadas, la respuesta de esta Ciudad y de este país a todos los problemas sociales fue meter a la gente en la cárcel”, dijo el actual presidente del Concejo Corey Johnson, agregando que nada simboliza más “esas políticas fallidas en esta ciudad que Rikers Island. Ahora tenemos una oportunidad histórica de cambiar de rumbo y reconocer la dignidad de las personas y comunidades a las que se les ha pasado por alto su humanidad durante demasiado tiempo”.
Rikers Island, que es el segundo complejo carcelario más grande del país después de la Cárcel del Condado de Los Ángeles, tiene sin duda una historia marcada por la violencia y abusos contra prisioneros, pero es la desigualdad en la aplicación de la ley contra los hispanos y negros, lo que más ha marcado la historia de esta prisión. Las minorías han sumado hasta el 90% de la población de esa cárcel.
Y esa fue una realidad que empeoró en los años 70, tras la firma de las Leyes Rockefeller que establecieron prisión obligatoria para los delincuentes no violentos y aquellos con casos de bajo nivel de drogas, como el tener pequeñas cantidades de marihuana. Desde esa década Rikers se llenó de prisioneros de las minorías, y para 1991, durante el punto más alto de la epidemia de crack y cocaína, en total en todas las cárceles de la ciudad se contabilizaron 22,000 prisioneros.
Además, miles de neoyorquinos fueron detenidos durante décadas, por crímenes de ‘calidad de vida’, y muchos terminaron pasando largo tiempo en Rikers al no poder costear las altas fianzas, que la mayoría de los casos no concordaban con el bajo nivel del crimen cometido.l