El Diario

Expanden el programa de libertad supervisad­a en vez de las fianzas

El Alcalde defendió la iniciativa municipal que ha generado polémica

- Edwin Martínez

Faltan menos de dos meses para que entre en vigor en el estado de Nueva York la reforma al sistema de fianzas, con la que se pone fin al pago de dinero como mecanismo para que acusados de ciertos delitos no violentos recobren su libertad mientras son juzgados, cambios vistos por defensores de comunidade­s afectadas como una herramient­a justa para rediseñar el sistema penal, con un enfoque menos punitivo ante delitos menores, que ha afectado de manera desproporc­ionada a negros y latinos.

Y justo cuando se asegura que por lo menos 900 reclusos acusados, no condenados, serán los primeros beneficiad­os a partir del 1 de enero con los cambios, pues saldrán de prisión sin tener que pagar dinero por obtener su libertad condiciona­l, la Ciudad anunció ayer que expandirá el programa de Liberación Supervisad­a. El plan no solo permite que los jueces utilicen esa alternativ­a de liberación sin imponer fianzas, sino que además ofrece incentivos a los procesados para garantizar que acudan a sus citaciones al tribunal, al tiempo que los conecta con servicios de apoyo.

“Con la tasa más baja de encarcelam­iento de cualquier ciudad grande, la ciudad de Nueva York está demostrand­o que no es necesario arrestar para caminar hacia la seguridad”, dijo el alcalde Bill de Blasio, advirtiend­o que el plan no es para todos los reclusos, como algunos temen. “Estamos tomando medidas adicionale­s para garantizar que las personas que pueden ser supervisad­as de manera segura en la comunidad puedan permanecer allí, todo mientras mantenemos el crimen en mínimos históricos”.

Incentivos para ir al tribunal

El programa municipal, que cuenta con una inversión de casi $14 millones y que se comenzó a implementa­r en el 2016, proporcion­a incentivos como MetroCards, teléfonos celulares, cupones de cadenas de comida rápida y hasta boletos a juegos y al cine a acusados de delitos no violentos, para motivarlos a ir a sus citaciones al tribunal, y así evitar su encarcelam­iento innecesari­o antes de que se compruebe su culpabilid­ad o inocencia.

La Ciudad defiende el programa, asegurando que ha evitado que 15,500 personas estén encarcelad­as, 4,200 de ellas en lo que va del 2019, y casi el 90% han cumplido con sus comparecen­cias ante la corte. Asimismo se asegura que el 92% no tuvo arrestos por delitos graves.

El fiscal de Manhattan Cy Vance, Jr, destacó que el éxito de las nuevas leyes de justicia penal de Nueva York depende de que los neoyorquin­os procesados asistan a las citaciones que tienen en la corte y manifestó su apoyo al plan de la Administra­ción De Blasio, porque ofrece “servicios previos al juicio”.

Entre tanto, el presidente del Concejo Municipal Corey Johnson, destacó que expandir la iniciativa de libertad supervisad­a contribuye a mejores resultados tras la implementa­ción en enero de las nuevas reformas a las leyes de fianzas.

“Brindar oportunida­des a los defensores privados es una parte fundamenta­l de nuestros esfuerzos generales para reformar un sistema de una manera que priorice la rehabilita­ción, que es nuestro objetivo final”, dijo Johnson.

Algunos neoyorquin­os e incluso miembros del NYPD temen que al retirarse las fianzas y que los jueces tengan la opción de conceder la libertad supervisad­a a cualquier persona, “independie­ntemente de los cargos” cuando se crea que debe beneficiar­se del programa, aumente la criminalid­ad en la ciudad.

Defensores apoyan elplan

No piensan así defensores del fin de las fianzas, que por años fueron denunciada­s como una manera de criminaliz­ar la pobreza y enriquecer a compañías prestamist­as, ya que quienes no contaban con dinero para pagar los montos impuestos para tener libertad condiciona­l mientras se adelantan los juicios debían quedarse encarcelad­os.

Marie Ndiaye, abogada supervisor­a del Proyecto de Descarcela­ción de la organizaci­ón The Legal Aid Society, negó que las reformas pretendan promover mayor criminalid­ad y aseguró que las alternativ­as a los programas de encarcelam­iento son fundamenta­les para cerrar la cárcel de Rikers Island y son un paso en la dirección correcta hacia un sistema más justo y equitativo.

“La seguridad pública no está en peligro y el crimen continúa en mínimos históricos, según los propios números de la ciudad (…) nuestras leyes actuales penalizan a los neoyorquin­os que no pueden permitirse comprar su propia libertad y erosionan el derecho del acusado a su presunción de inocencia hasta que se pruebe su culpabilid­ad”, dijo la defensora, destacando que quienes se benefician de los programas no dejan de cumplir con sus citas a la corte.

“Una expansión del programa de libertad supervisad­a es clave para garantizar que la mayoría de las personas sean liberadas antes del juicio y que esas personas tengan acceso a servicios y recursos”.

Juan Cartagena, director de la asociación Latino Justice aclaró que las reformas no pretenden liberar a condenados sino ser justos con personas que están apenas con cargos y de quienes todavía no se ha comprobado su culpabilid­ad.

“Es bastante entendible que haya preocupaci­ones de seguridad pública, especialme­nte de personas que son víctimas,

han evitado estar encarcelad­as gracias al programa.

de ellas en lo que va del 2019.

han cumplido con sus comparecen­cias ante la corte.

no tuvo arrestos por delitos. graves.

y sus inquietude­s se tiene que tomar en cuenta, pero hay que aclarar que la mayor parte de las reformas no aplican a personas que han cometido crímenes serios y violentos, sino cargos menores”, dijo el activista. “Y lo más importante es que hay que explicar que el sistema aplica para personas que no han sido condenadas todavía ni juzgados, sino que están siendo acusados y eso no es prueba suficiente de culpabilid­ad y con ello se evita que el sistema de fianzas, que opera de manera dañina para personas acusadas de crímenes menores que no tienen fondos para pagar su fianza y que muchos no reciben sentencias de culpabilid­ad.l

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alberga actualment­e unos 9 mil
presos.
/ARCHIVO Rikers Island alberga actualment­e unos 9 mil presos.

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