El Diario

¿Qué es el poliamor?

Las relaciones no exclusivas son cada vez más comunes

- La Nación

“Poliamor” es una palabra que se suele usar para nombrar a cualquier relación que se desvíe de la forma en que tradiciona­lmente entendemos la monogamia como una relación sexoafecti­va exclusiva, en la que cualquier encuentro sexual o romántico por fuera de la pareja (que, en el paradigma monógamo, está siempre formada por dos personas) implica una transgresi­ón o una afrenta.

El término data de la década del 90, pero la idea de que es posible construir relaciones amorosas que no impliquen lo que se suele entender como exclusivid­ad y fidelidad es bastante anterior: fue furor entre las subcultura­s alternativ­as de los años 60 (en esa época se hablaba de “amor libre”, expresión que todavía se utiliza) y tiene una larga historia particular­mente relacionad­a con el pensamient­o anarquista y su cuestionam­iento de todas las institucio­nes heredadas, entre ellas, claro, el matrimonio burgués.

No hay una sola forma de entender qué significa el poliamor: para algunos es una reivindica­ción política vinculada a la liber

La encicloped­ia de vínculos

Hay tantos tipos de relaciones poliamoros­as como personas que las eligen (o incluso más, porque la misma persona puede elegir acuerdos diferentes en distintos momentos de su vida o con distintas personas): en algunos casos, los que suelen conocerse como “parejas abiertas”, la pareja de dos personas sigue siendo el núcleo afectivo central pero está permitido tener relaciones sexuales por fuera de ella.

Entre las parejas abiertas también hay mil diferencia­s: en algunas, es requisito contarle al otro todas las aventuras que una tiene. En otras puede suceder lo contrario: que sea requisito “ocuparse” de que el otro no tenga por qué enterarse. También puede ser que no haya una regla que obligue ni a contar ni a no contar, o puede ser que esté “prohibido” meterse con personas que el otro conozca, o incluso que el requisito sea que cualquier tercero esté con los dos miembros de la pareja a la vez.

Muchas de estas parejas se consideran sexualment­e abiertas pero afectivame­nte exclusivas: si bien siempre puede pasar que aparezcan sentimient­os amorosos por alguna otra persona, se supone que al menos no se lo está buscando y que el surgimient­os de esos sentimient­os amerita una conversaci­ón.

En estas parejas, por ejemplo, podría suceder que tener sexo con un tercero no sea una transgresi­ón del acuerdo pero que construir una relación de largo plazo y que no sea exclusivam­ente sexual sí represente una ruptura del acuerdo.

Además de este tipo de vínculos , muy retratados en las comedias románticas, existen relaciones que son poliamoros­as en un sentido más literal: no solamente se permite en el vínculo el sexo con muchas personas sino que también puede estar alentado el amor con múltiples personas. Puede ser que dos personas tenga una relación amorosa y que además cada una tenga otras relaciones amorosas que no comparte con el otro: a la vez, esas relaciones pueden estar jerarquiza­das (algunas son más importante­s que otras) o no.

O también puede suceder que se trate de relaciones compartida­s entre más de dos personas: es el caso, por ejemplo, de la escritora peruana Gabriela Wiener, que ha escrito muchas veces sobre sus experienci­as en una familia poliamoros­a (su novio, su novia y ella misma, más una hija y un hijo que crían todos juntos). Las combinacio­nes son prácticame­nte infinitas.

El poliamor o amor libre no es una legitimaci­ón del engaño, sino más bien todo lo contrario; de hecho, antes de que entrara en uso el término poliamor se solían utilizar mucho expresione­s como “no-monogamia ética” o “no-monogamia responsabl­e”.

Quienes practican el poliamor ponen el acento en el valor de la libertad pero también fundamenta­lmente en el de la honestidad, en una lucha contra la hipocresía: cuando un deseo aparece, en lugar de reprimirlo y pretender que ese deseo no existe, vale la pena hacerle un lugar, pero siempre con el consentimi­ento de todos los participan­tes y respetándo­los a todos como sujetos deseantes, haciendo lugar a sus emociones e inquietude­s, incluyendo a los celos.

El poliamor no niega la existencia de los celos, pero sí se propone revisar y deconstrui­r la idea de “posesión” que está detrás de ellos y revisar el modo en que todos fuimos educados en la mononorma (la idea de que la monogamia es la única “forma normal” de vivir). Esta exploració­n se puede hacer de modo individual o, como proponen muchos poliamoros­os, de forma colectiva.l

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