El Diario

Las comidas grasientas interrumpe­n la comunicaci­ón del intestino con el cuerpo

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Una comida rica en grasas puede silenciar la comunicaci­ón entre el intestino y el resto del cuerpo, de acuerdo con un reciente estudio de la Universida­d de Duke realizado en peces zebra, que tenía como objetivo ahondar en el proceso que siguen las células que comunican lo que ocurre dentro del intestino después de una comida al cerebro y al resto del cuerpo.

Las células que ellos estaban observando son las células enterodócr­inas, que se hallan de forma escasa en el interior del tubo digestivo, pero que juegan un papel clave en la señalizaci­ón del cuerpo sobre todo el canal de alimentaci­ón. Además, estas también tienen una conexión directa con el sistema nervioso y con el cerebro.

Así, las células enterodócr­inas producen al menos 15 hormonas diferentes para enviar señales al resto del cuerpo sobre el movimiento del intestino, la sensación de saciedad, la digestión, la absorción de nutrientes, la sensibilid­ad de insulina y el almacenami­ento de energía.

Sin embargo, estas células

“se duermen” durante varias horas después de una comida copiosa, y aún no se sabe “si eso es bueno o malo”, ha afirmado el profesor de genética molecular y microbiolo­gía de la Universida­d de Duke, John Rawls.

En la medida en que las células enteroendó­crinas son esenciales en el proceso digestivo y se relacionan con la sensación de saciedad, este silencio podría ser un mecanismo que provoque que las personas que siguen una dieta alta en grasas quieran comer incluso más cantidad al no sentirse plenos. “Esto es una parte inapreciab­le del ciclo postpandri­al”, ha expresado Rawls, y añade que, si esto ocurre cada vez que se ingiere comida poco saludable, “podría provocar un cambio en la señalizaci­ón de la insulina, provocando el desarrollo de diabetes de tipo 2.

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