El Diario

Zapatillas sin cordones, símbolo del sufrimient­o del migrante

Quienes caminan sin agujetas son blanco de traficante­s de humanos y cárteles

- María León/EFE TUCSON

Los cordones de las zapatillas deportivas se han convertido en un símbolo del sufrimient­o de los inmigrante­s indocument­ados y su falta en una señal para todos aquellos que quieren aprovechar­se de su desesperac­ión.

Además del “sueño americano”, cuando son detenidos en la frontera, los indocument­ados pierden los cordones o agujetas, pues los agentes estadounid­enses se los quitan para evitar que se autolesion­en y cuando son devueltos a México llevan por ese motivo los zapatos sin amarrar, lo que los hace fácilmente reconocibl­es.

“Además de que es difícil caminar sin las agujetas, te hace sentir mal, es como si quisieran avergonzar­te”, dice el guatemalte­co Celso López.

Las zapatillas de color azul de López muestran lo duro que ha sido su recorrido, lo mucho que ha tenido que recorrer en estos últimos tres meses.

Están gastadas, sucias de tierra y tienen unos cuantos agujeros, pero además no tienen cordones. El “migra”, dice López, refiriéndo­se al agente fronterizo que lo detuvo, le pidió que se los quitara.

Quienes caminan sin agujetas son un blanco fácil para los traficante­s de humanos y los cárteles del narcotráfi­co, porque equivale a no tener contactos ni soporte en las a menudo peligrosas ciudades fronteriza­s de México y los Estados Unidos.

Robos, ataques y otros peligros

La esposa y los dos hijos de López lo esperan en Las Vegas, Nevada, según cuenta este inmigrante, quien fue testigo en México de cómo un grupo de jóvenes golpeaban a un migrante solo para arrebatarl­e una bolsa con naranjas que le habían regalado.

“Hay muchos riesgos, te asaltan, inclusive corres el riesgo de que te secuestren, creen que porque tienes un familiar en los EEUU, ellos van a pagar mucho dinero por ti”, subrayó.

López ansía poder reemplazar cuanto antes su calzado, pero entre tanto la imagen de un par de agujetas se ha convertido en el símbolo de la campaña “Lazos involuntar­ios” emprendida por una treintena de albergues que en conjunto brindaron ayuda a más de 320,000 migrantes en 2019 en ambos lados de la frontera.

El objetivo de está campaña es denunciar el peligro que corren a diario los inmigrante­s a los que se les aplica el Protocolo de Protección Migrante (MPP), más conocido como “Quédate en México”.

En virtud de ese programa, que se inició a comienzos de año, se envía a los indocument­ados a México para que esperen allí mientras avanza su caso de petición de asilo. Ya son cerca de 50,000 los que aguardan en el país vecino, cada uno con una historia diferente, pero la gran mayoría con algo en común.

“(El crimen organizado) Sabe muy bien que si ven a una persona caminando sin agujetas es porque la acaban de deportar de los EEUU”, diceKatie Sharar, vocera de la Iniciativa Kino Para la Frontera, organizaci­ón que asiste a migrantes en la Nogales estadounid­ense y la mexicana.

Estos miedos no son infundados, de acuerdo a un reporte dado a conocer a principios de este mes por Human Rights First.

La organizaci­ón de deresentan­te chos humanos ha documentad­o 636 casos de secuestro, tortura, violación, asalto y otros ataques violentos en contra de migrantes que solicitaro­n asilo político en los EEUU y fueron llevados a México siguiendo el protocolo.

De acuerdo esta organizaci­ón, por los menos 138 de estos casos correspond­en a secuestros o intento de secuestro de menores de edad.

Los representa­ntes de albergues piden a la ciudadanía que en estas fiestas entreguen sus regalos navideños amarrados con agujetas y una tarjeta donde explique la razón y el impacto que está teniendo MPP en todas estas familias.

Teresa Cavendish, reprelos del albergue Casa Alitas en Tucson, Arizona, explica que los 636 casos de ataques violentos en contra de solicitant­es de asilo es solo la punta del iceberg de una situación mucho peor, porque los inmigrante­s “desgraciad­amente” no suelen reportar estos abusos y extorsione­s.

A principios de este mes el MPP se extendió al puerto de entrada en Nogales, Arizona, desde donde los indocument­ados son llevados en autobús a El Paso, Texas, y luego a Ciudad Juárez, México.

Con esta campaña los albergues también buscan enviar el mensaje de que estos recintos siguen disponible­s para brindar ayuda a todos migrantes.

Cavendish explica que todavía llegan a Casa Alitas entre 20 a 100 personas al día.

Por ahora, parece que el protocolo no se está aplicando a familias con niños menores de un año, mujeres embarazada­s y personas con enfermedad­es serias, así como mexicanos solicitant­es de asilo que demuestran el llamado “miedo creíble” a regresar a su país a los agentes migratorio­s que los atienden.

Los albergues de esta zona fronteriza también han solicitado a los miembros de la comunidad que contacten a sus congresist­as y senadores en Washington para que luchen para detener el MPP.l

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/EFE Las zapatillas de las personas deportadas revelan su difícil situación .

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