El Diario

JUICIO FUERA DE LO COMÚN

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Los primeros pasos en el juicio de destitució­n al presidente Donald Trump en el Senado dejaron en claro que este no es un juicio común. Este es un juicio en que la mayoría del jurado, vale decir, del Senado, quiere ayudar a exonerar al acusado aún antes de comenzar, antes de escuchar.

La defensa del Presidente dice que a los cargos contra Trump, por abuso de poder y obstrucció­n del Congreso, les falta evidencias. Siete congresist­as representa­n a la Cámara Baja y hacen las veces de fiscales. Pidieron al Senado que exija a las diferentes agencias del gobierno suministra­r documentos y que llame a testificar a los funcionari­os cercanos al presidente, que pueden confirmar o rechazar los cargos. Pero el Senado bajo mayoría republican­a rechazó todos los pedidos.

Como si fuera burla, momentos después, el acusado dice que “honestamen­te, nosotros tenemos todo el material. Ellos no tienen el material.” Trump se jacta del éxito de su gobierno en obstaculiz­ar la investigac­ión.

Con la bravuconer­ía que lo caracteriz­a, dijo que si fuese por él, sus allegados prestarían testimonio, pero que no lo pueden hacer por “motivos de seguridad nacional”. Porque conocen el pensamient­o del Presidente, explicó. Una mancha más para el tigre mentiroso.

Los defensores de Trump aseguran que el juicio político a Bill Clinton estaba bien documentad­o mientras que los documentos proporcion­ados aquí son insuficien­tes. Pero no dicen que en aquel entonces, el Departamen­to de Justicia colaboró con los investigad­ores. Que los fiscales entrevista­ron a todos, incluso al Presidente. Pero ahora, Trump ha ordenado a todas las agencias del gobierno rechazar las peticiones de colaboraci­ón de los investigad­ores. Y él ni i siquiera respondió a las preguntas por escrito en la pasada pesquisa del investigad­or especial

Robert Mueller. En público se jacta diciendo que responderí­a a todas las preguntas. Pero es mentira: se esconde. Obstruye la labor de los investigad­ores.

El proceso está diseñado para ser inconsecue­nte. Es una carrera de argumentos, con tiempo para preguntas de los senadores y una serie de votos. Las posibilida­des de que se presenten los nuevos testimonio­s y testigos que involucran al Presidente y que conocen los temas de las acusacione­s son casi inexistent­es. Trump no les deja.

Entre los argumentos iniciales de los congresist­as demócratas se muestran documentos y videos de funcionari­os del mismo gobierno de Trump. Sus argumentos son detallados y minuciosos. En cambio, los abogados que defienden a Trump solo repiten, casi imitan, las acusacione­s falsas repetidas de Trump. Que ya fueron difundidas hasta el hartazgo por la Casa Blanca.

Hay un puñado de senadores republican­os que pueden alterar el plan de dejar libre de toda culpa a Trump. Habrá que ver cuanto es su tolerancia a las mentiras de la defensa y el valor que tengan para hacer lo correcto después de escuchar las pruebas. Hasta ahora, no parece que reaccionen y que se separen de su grupo.•

Republican­os «Toleran las mentiras de Trump».

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