Extorsionadores tienen al comercio en jaque
Pequeños empresarios y vendedores son víctimas del llamado derecho de piso de grupos criminales
Después de un año de pagar derecho de piso a hombres armados que la obligaban a darles alrededor de 50 dólares semanales a cambio de no quemarle el local ni matar a sus familiares, los delincuentes incrementaron la extorsión contra María Eugenia, una madre soltera de Playa Vicente, Oaxaca
“Querían que la verdulería fuera de ellos, ya no mía, y pagarme como si yo fuera su empleada” , reveló la comerciante, quien pidió anonimato para evitar represalias y huyó de su pueblo porque no quería ser esclava de los criminales. “Me quitaron mi negocio”.
Más eficientes que la hacienda del Estado, que no cobra a miles de negocios pequeños, el crimen organizado ha logrado llegar hasta el último rincón del país con el mismo modelo de negocio ilícito: cobrar dinero a los negocios a cambio de no matar, de no torturar y de explotar los miedos que se incrementan en medio de un ambiente donde la violencia no tiene límite.
“Claro que les creo que iban a violar a mis niños y que iban a asesinar a mi madre, porque ya mataron a dos de mis primos, y mi cuñado que transportaba mercancía está desaparecido, no sabemos si porque no quería trabajar para ellos o quién sabe qué le hicieron”, revela María Eugenia, quien hoy apenas tiene dinero para pagar un alquiler lejos de su lugar de origen.
Alberto Estrada, un taxista oriundo del sur del Estado de México, no logró escapar de las garras de los extorsionadores y hoy por hoy no hace más que trabajar para ellos. -Si dejas el coche te buscamos o a cualquiera de tu familia: sabemos que en este pueblo tienes muchos parientes y a cualquiera le damos plomo, le advirtieron desde un principio, según nos relata.
El delito de la extorsión tiene años de crecimiento en México, en los pueblos de La Ruana y Tepalcatepec, en la Tierra Caliente de Michoacán; tomaron las armas para defenderse de Los Caballeros Templarios cuando éstos empezaron a cobrarles hasta por el número de motocicletas o el número estudiantes que las familias tenían.
“Los controlamos un rato, pero esa gente es como las cucarachas: las fumigas en un lado y se van otro o regresan cuando ya no ven control, aprovechando el desgobierno que hay en México”, dice Hipólito Mora, líder de las autodefensas de La Ruana en entrevista con La Opinión.
“La gente denuncia, si es que denuncia, porque muchas autoridades son cómplices y no hacen caso hasta que se hace un gran escándalo y entonces el gobierno manda policías, pero no atacan la raíz que es la corrupción”.
Después de que las autodefensas de Michoacán tomaron las armas en algunas zonas, los extorsionadores se fueron otros municipios y estados, al sur del Estado de México, al norte de Guerrero en el caso de los Templarios; los Zetas se regaron por Veracruz cuando los golpearon en Tamaulipas; los Rojos, a Morelos para expandirse desde Chilpancingo, etcétera.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad reportó que, al término del 2019, se presentó un incremento de 680% en extorsiones con relación al año anterior, principalmente en el Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Veracruz, Guerrero y Nuevo León como las entidades con incidencias más altas; aunque prácticamente ningún estado está libre de este delito que ocupa el segundo lugar en incremento después del robo.
El obispo de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, dijo que un reporte interno de los párrocos de la diócesis rebeló que en el estado de Morelos, ocho de cada 10 negocios y hasta los ayuntamientos son extorsionados por organizaciones criminales. Si las mismas autoridades pagan a los delincuentes y no denuncian porque están amenazados, ellos o sus familias, qué puede hacer aquella pobre señora que vende tlacoyos en Cuautla o tacos en Cuernavaca.
“El aumento del delito en contra de las presidencias municipales ha sido a través de operaciones tan precisas que los extorsionadores piden un porcentaje de las obras públicas, de los puestos del gobierno municipal o un porcentaje del salario de los empleados. Este esquema lleva años, más de una década y la gente ya se acostumbró: lo aceptan como aceptan que llueve, que hay