El Diario

Sorprenden­te cambio evolutivo en serpientes

- Europa Press MADRID

Herpetólog­os han documentad­o un ejemplo evolutivo de adaptación en los reptiles para compensar la ausencia de compuestos defensivos después de un cambio a una nueva clase de presas.

En el reino animal, la superviven­cia se reduce esencialme­nte a comer o ser comido. La forma en que los organismos logran lo primero y evitan lo segundo revela una serie inteligent­e de mecanismos de defensa, ya sea que pueda escapar, un disfraz indetectab­le o desarrolla­r una resistenci­a que desafía a la muerte a los químicos defensivos que detienen el corazón de las presa y almacenarl­o en el propio cuerpo para protegerse de los depredador­es.

Tal es el caso de la mayoría de las especies de serpientes del género ‘Rhabdophis’. Comúnmente llamadas “quillas” y encontrada­s principalm­ente en el sudeste de Asia, las serpientes tienen glándulas en su piel, a veces justo alrededor del cuello, donde almacenan bufadienol­idos, una clase de esteroides letales que obtienen de los sapos, su presa tóxica preferida.

“Estas serpientes doblan el cuello en una postura defensiva que sorprende a los depredador­es desafortun­ados con un bocado de toxinas -dice el herpetólog­o de la Universida­d de Utah, Alan Savitzky, quien ha estudiado durante mucho tiempo estos reptiles-. Los científico­s alguna vez pensaron que estas serpientes producían sus propias toxinas, pero comprobaro­n que, en cambio, las obtienen de sus alimentos, es decir, sapos”.

El equipo multinacio­nal estuvo compuesto por investigad­ores de Japón; China, Sri Lanka y Vietnam.

En un giro sorprenden­te, Savitzky y sus colegas descubrier­on que no todos los miembros del género derivan su toxina defensiva de la misma fuente. Según la comprobado, un grupo de especies de serpientes, encontrada­s en el oeste de China y Japón, cambió su dieta principal de ranas (incluidos sapos) a lombrices de tierra.

Las lombrices de tierra no producen las toxinas pero las serpientes también se alimentan de larvas de luciérnaga, que producen la misma clase de toxinas que los sapos.

“Este es el primer caso documentad­o de un depredador de vertebrado­s que cambia de una presa de vertebrado­s a una presa de invertebra­dos por la ventaja selectiva de obtener la misma clase química de toxina defensiva”, dice Savitzky.

Dada la relación distante entre sapos y luciérnaga­s, dice, el cambio drástico en la dieta probableme­nte involucró una señal química compartida por los sapos y luciérnaga­s; quizás las toxinas mismas. “Esto representa un notable ejemplo evolutivo de adaptación”, dice Savitzky.l

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/GETTY IMAGES Los reptiles se adaptan para sobrevivir.

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