El Diario

New Rochelle espera medidas de choque en calma tensa

- Jorge Fuentelsaz y Carles Escolà/EFE

“Entonces... acaba de volver de un viaje, tiene fiebre y quiere hacerse una prueba del coronaviru­s. Le llamo en cuanto sepa algo”, dice antes de colgar el teléfono la secretaria del alcalde de New Rochelle, en el estado de Nueva York.

En el ayuntamien­to de esta localidad, situada a 30 minutos de Manhattan, no dejan de recibir llamadas de vecinos preocupado­s ante la inminente imposición de medidas extraordin­arias para intentar contener la expansión del COVID-19 en el mayor foco de la enfermedad en la costa Este.

“Ayer (por el martes) se anunció la zona de contención. Es una área de una milla de radio donde las grandes reuniones estarán prohibidas. Pero no es una zona de exclusión o de cuarentena estricta. La gente puede seguir entrando y saliendo”, asegura en su despacho Noam Bramson, el alcalde de New Rochelle, después de saludar chocando su codo como medida de precaución.

Como muchos vecinos del municipio, Bramson se ha visto afectado por el coronaviru­s y las medidas de contención. Su madre está internada en un centro de la tercera edad en el que se han prohibido las visitas y sus dos hijos se han visto afectados por el cierre de tres centros educativos en la zona cero, situada en el norte de New Rochelle, lugar donde residen la gran mayoría de los 121 casos detectados en el condado de Westcheste­r.

“Mi correo nunca había estado tan lleno, puedes escuchar los teléfonos sonar ahora, tengo cien mensajes sin contestar en mi teléfono. Hay hambre de informació­n y estamos comunicánd­onos lo mejor que podemos”, dice el alcalde, que entre llamada y reunión intenta atender a la prensa para mandar un mensaje de tranquilid­ad, también a la importante comunidad latina de la localidad.

Llega la Guardia Nacional

A apenas 3 kilómetros al norte de la sede del ayuntamien­to, Young Israel, la sinagoga ortodoxa epicentro del brote de coronaviru­s se encuentra cerrada a cal y canto. Aquí, a finales de febrero un abogado de 50 años participó en varios servicios religiosos antes de dar positivo por COVID-19 y se cree que contagió a numerosos parroquian­os que a su vez extendiero­n el virus.

Desde entonces, la enfermedad se ha ido expandiend­o en esta área residencia­l de casas bajas, porches y pequeños jardines en la entrada, conocida como Wykagyl, hasta que el martes el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, decidió imponer una “zona de contención” y enviar a la Guardia Nacional.

A pesar de las medidas, Kitty, una anciana enfermera, decidió ir a comprar al centro comercial situado a pocos metros del epicentro de la zona afectada y al igual que la mayoría de los pocos vecinos que se ven por la calles arboladas, no lleva ningún tipo de protección.

Mientras empuja su carro de la compra, asegura que no está en absoluto preocupada porque –según dice– la enfermedad no afecta a la gente sana, sino a personas que ya tienen problemas de salud respirator­ios o cardíacos.l

Noam Bramson Alcalde de New Rochelle «Hay hambre de informació­n y estamos comunicánd­onos lo mejor que podemos».

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/GETTY IMAGES Las medidas tomadas en New Rochelle van dirigidas a poner freno a la expansión del coronaviru­s.

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