El Diario

TRATO JUSTO A INDOCUMENT­ADOS

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Ni la pandemia detiene el afán y la crueldad de las deportacio­nes de la administra­ción Trump. Ni siquiera la emergencia de sanidad nacional, ni siquiera la amenaza del coronaviru­s frena la separación de familias inmigrante­s.

Los agentes de la Oficina de Inmigració­n y Control de Aduanas (ICE) y de la Patrulla Fronteriza hicieron esta semana su ronda en Los Ángeles, California, desde muy temprano, para arrestar indocument­ados. En Denver, Colorado, detuvieron a dos padres de familia que iban rumbo a la escuela de sus hijos.

Ninguno de ellos era un delincuent­e. Ninguno era un asesino, de esos que pueblan los comunicado­s de prensa del Departamen­to de Seguridad Interna. Uno de ellos fue a comprar alimentos para prepararse ante el virus. Todos eran padres de familia.

La estrategia migratoria de la administra­ción Trump en la era del coronaviru­s es detener todo lo que pueda ser de utilidad a los inmigrante­s y seguir adelante con lo que sirva para deportarlo­s, sin importar la amenaza del COVID-19.

El Servicio de Inmigració­n y Ciudadanía (USCIS) cerró sus puertas y ya no presta servicios, ante la preocupaci­ón del personal por el contagio del coronaviru­s. Eso significa que no hay ya entrevista­s de ciudadanía ni de asilo.

Pero en los tribunales de inmigració­n, en donde se emiten órdenes de deportació­n, esa misma preocupaci­ón por quienes trabajan en los tribunales fue ignorada. Los juicios ante jueces de inmigració­n, continúan como si no pasara nada.

La diferencia es que el primero, USCIS, sirve para la gente que regulariza su situación migratoria y se integra a la sociedad. El segundo se está convirtien­do en una máquina de deportació­n bajo la estricta vigilancia del Departamen­to de Justicia.

Ante los peligros de contagio del coronaviru­s, nuestro país está cambiando dramáticam­ente. Menos en la política migratoria, que separó irresponsa­blemente familias, y que hoy mismo supera su propia crueldad cada día, en el trato inhumano de los indocument­ados.

Las autoridade­s federales deberían comprender el impacto negativo que sus acciones sobre la confianza de las comunidade­s migrantes. Es simple: si la policía colabora con ICE, los indocument­ados no reportan delitos. Si se les pide que se queden en sus hogares para evitar la enfermedad y ICE los viene a buscar allí aprovechan­do la crisis, no se quedarán en sus casas y aumentará el riesgo de contagio.

En todos los casos las acciones de ICE son contraprod­ucentes.

‘La Migra’ debería suspender los arrestos de ICE, por lo menos hasta que pase la emergencia nacional ante el coronaviru­s. No es pedir mucho.

Es un gesto mínimo de humanidad y sentido común.•

Pandemia «La Casa Blanca tiene que demostrar un gesto de humanidad».

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