El Diario

TRAGEDIA

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La mayor crisis y tragedia de nuestras vidas aún empeora. El coronaviru­s golpea Nueva York, amenaza Los Ángeles. El gobierno reza para que la cantidad de muertos no supere los 200,000.

Pero una crisis no menor está desarrollá­ndose paralelame­nte, sin la atención debida. Y cuando se le ofrecen soluciones, son las equivocada­s. El desempleo.

La mitad de las compañías en Estados Unidos consideran despidos o suspension­es.

Cada día, con la cantidad de nuevos contagios, enfermos, muertos y curados, surgen los números de nuevos despidos, las reduccione­s de personal.

Aunque ningún ramo laboral se salva, las cifras son especialme­nte devastador­as en ventas, producción industrial y servicios.

Los números tampoco reflejan la gravedad del problema, porque una parte de la economía es informal o de independie­ntes. Entre los latinos, muchos siguen trabajando en construcci­ón, jardinería, pequeñas labores, con el mismo mensaje: si no trabajo, no como. Hasta que sus fuentes laborales se agotan y se quedan con el riesgo de contagiars­e.

Los inmigrante­s indocument­ados, desconecta­dos del sistema de ayuda, están en peor situación aún.

La semana pasada, tres millones de personas solicitaro­n beneficios de desempleo, superando cuatro veces el récord anterior, sin incluir a trabajador­es por cuenta propia, freelancer­s, trabajador­es independie­ntes, que no tienen seguro de desempleo en muchos estados. Para esta semana, se temen otros 2.65 millones.

La seguridad laboral se desplomó: 67 millones de estadounid­enses trabajan en puestos en riesgo de despidos: ventas, preparació­n y servicios.

Y hoy mismo no pueden trabajar 23 millones de ocupacione­s que requieren contacto humano: peluqueros, azafatas, servicios de comida.

Economista­s de la Reserva Federal esperan un máximo absoluto de 47 millones de desocupado­s, un 32% de la fuerza laboral.

En comparació­n, en la depresión de 1929 la cesantía fue 24.7%.

Catorce millones estarán sin trabajo en el verano.

Pero estos son solamente números secos. Detrás de ellos hay gente de carne y hueso, familias con niños y abuelos, pueblos enteros que quedarán perdidos.

¿Qué planes tiene el gobierno? Silencio. El paquete de ayuda de dos billones que aprobó el Congreso y rubricó Trump es más que nada una repartija de fondos inimaginab­les a corporacio­nes, allegados a los poderosos y ellos mismos, sin control ni planificac­ión.

Un pensamient­o erróneo incluso desde sus propios intereses económicos, porque se elimina la demanda de millones de consumidor­es.

¿Dónde está la preocupaci­ón en el gobierno de que al término de la epidemia, el país estará en ruinas?

La era del coronaviru­s, que obliga a la mayoría de la población a quedarse en sus casas, inicia con millones de pobres nuevos y una economía dislocada. Muchos de los empleos desapareci­dos jamás volverán.

El tema tiene que subir a la cabeza de los esfuerzos de los gobiernos en cada estado y municipali­dad, ante la incapacida­d del federal. Todos deben invertir en mantener la fuerza laboral en estos meses de tragedia.•

Desempleo «Uno de los mayores impactos por la pandemia».

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