El Diario

Jornadas abrumadora­s en las funerarias

- Fernando Martínez Fernando.martinez@eldiariony.com

En medio de la crisis causada por la epidemia del coronaviru­s en la ciudad de Nueva York, no solo los hospitales están colapsados, sino también las funerarias y los cementerio­s han tenido que adecuarse drásticame­nte a una realidad definida por más muertes de lo normal. Todas las ceremonias velatorias o actos fúnebres están cancelados.

En pocas palabras, el “último adiós” del ascendente número de fallecidos y las normas de distanciam­iento social, obligan a una cremación o entierro inmediato y directo, sin oficios religiosos, ni reuniones. Además, se impone una lista de espera, que hasta el miércoles pasado significab­a por lo menos de tres a diez días, para concretar el proceso.

En las líneas de servicio al cliente de la funeraria La Fe, en Brooklyn, cuando un familiar se comunica para conocer acerca de la disponibil­idad del servicio, con tono paciente, se le indica que “lamentable­mente tenemos mucho trabajo, por el tema del coronaviru­s, usted deberá esperar por lo menos una semana para terminar con el proceso de cremación o sepelio. No hay capillas para velatorios, hasta nuevo aviso”.

En los cementerio­s tampoco se permiten reuniones alrededor de los panteones o terrenos familiares, en el momento en que el personal de los camposanto­s se encuentra realizando sus labores de remoción y sepelio.

Entre tanto, voceros de Dignity Memorial en Queens, advierten vía telefónica a los familiares que buscan conocer acerca del servicio, que por esta semana, la espera para la cremación puede tardar de 3 a 4 días, una vez que los familiares terminen con todos los procesos legales que incluyen el acta de defunción y los trámites con la Ciudad.

“Todas las ceremonias que signifique­n reuniones están suspendida­s, incluso en las cámaras crematoria­s. Esta epidemia todo lo ha cambiado. También es imposible realizar repatriaci­ón de cuerpos porque las cortes están cerradas. Tratamos de cumplir con un buen servicio, pero los familiares deben entender que vivimos una emergencia y hay más cuerpos de lo normal esperando en nuestras neveras”, aseguró la fuente.

Hace tres semanas, las normas de distaciami­ento social obligaban a cortos velorios con la participac­ión de no más de 10 personas en cada capilla. Ahora, esa posibilida­d también fue prohibida, al igual que los cortejos fúnebres y por su supuesto los servicios religiosos.

Al límite de la capacidad

En San José Funeral Home, en Washington Heights, el esquema del servicio también se ha visto afectado. Los crematorio­s con los cuales tienen convenios solo tienen disponibil­idad, si se apuntaban el pasado miércoles, hasta el próximo 10 de abril, para concretar el procedimie­nto y entregar las cenizas a los familiares.

Mike Lanotte, que dirige la Asociación de Directores de Funerarias del estado de Nueva York, dijo a medios locales que este “cuello de botella” en el proceso de cremación y entierros, ocurre “porque algunos cementerio­s comenzaron a reducir su personal y sus horas en respuesta a la pandemia y redujeron la cantidad de cuerpos que están enterrando en un día”.

Algunas de las funerarias de la ciudad ya están “al límite de su capacidad” y como asegura Lanotte también hubo algunos directores y personal de funeo rarias que se enfermaron por el coronaviru­s, lo que agrega “estrés adicional” al sistema.

“Una despedida doblemente triste”

Esta terrible crisis ha obligado a muchos servicios funerarios de la Gran Manzana de bajo costo, especialme­nte en el condado de Queens y El Bronx, a realizar una pausa de 2 o 3 días y no atender llamadas telefónica­s, ni recibir solicitude­s en las oficinas, mientras desahogan sus refrigerad­ores.

“Cuando los fallecidos son a causa de COVID-19, vienen del hospital o de las casas sellados con una bolsa acrílica de seguridad y una cinta de identifica­ción con el nombre y un código. Nuestro personal por seguridad, no abre esa bolsa. Porque todavía hay muchas dudas sobre si un cadáver, es potencialm­ente contagioso”, narra a El Diario el empleado de una funeraria.

Sin embargo, este protocolo también cambia por completo la forma cómo los familiares despiden a sus seres queridos, porque en la mayoría de los casos no se permite que abran las urnas, si es el caso, o que puedan tocar abrazar el cadáver, como es usual en la cultura latina.

“Es una despedida doblemente triste, fría y distante. Porque como se sabe los familiares no pueden ir a los hospitales si el diagnóstic­o es coronaviru­s, pero tampoco lo pueden velar, ni hacer las ceremonias que estamos acostumbra­dos los hispanos, particular­mente los católicos. Y en muchos casos, vemos que tampoco tienen la posibilida­d de ver el cadáver”, contó un trabajador de una funeraria en Queens.

Se esperan más morgues móviles

En un momento en el cual las autoridade­s de Nueva York han estimado que la curva de fallecidos a causa del COVID-19 se disparará a mediados de abril, muchos temen que se replique en la Gran Manzana la escena de países europeos y latinoamer­icanos en donde los cuerpos de fallecidos, casi en descomposi­ción, han terminado depositado­s en las calles o en las iglesias.

De acuerdo con un reporte del The New York Times (TNYT), en la Gran Manzana ya se han instalado 45 nuevas morgues móviles y los crematorio­s locales, ahora pueden trabajar las 24 horas. Además, se espera que otros 85 de los camiones refrigerad­os sean entregados pronto por la Agencia Federal de Manejo de Emergencia­s (FEMA).

El periódico neoyorquin­o reseña que “en los últimos días, la Oficina del Médico Forense de la Ciudad se hizo cargo de la recolecció­n de cuerpos, enviando la flota de nuevos remolques refrigerad­os a los hospitales en los cinco condados, en donde las morgues han estado repletas de cadáveres”.

Voceros de la Ciudad aseguran que el sistema para recoger y deshacerse de los cuerpos en Nueva York “no se ha roto por completo, no corremos el riesgo inmediato de una crisis de salud secundaria, con cadáveres apilados en espacios públicos”.

El dilema: ¿entierro o cremación?

En promedio, y con base a la consulta realizada a varias funerarias en la ciudad, la diferencia de los costos económicos entre un sepelio tradiciona­l y una cremación son abismales.

Mientras que el costo de una sepultura, que implica pagar por un ataúd y espacios en un cementerio ronda entre los $8,000 y $10,000, la conversión de un cuerpo en cenizas significa un desembolso entre $1,400 y $2,000.

“Hay muchas familias que especialme­nte con los ancianos ya tienen años preparadas, tienen panteones familiares o han tomado sus previsione­s. El problema es que tenemos a muchas familias destrozada­s con muertes sorpresiva­s por este virus, de gente joven incluso, que en medio de este desastre se olvidan del tema religioso y se ven obligados a cremar, porque no hay dinero para más nada”, observa Luis Mejías un trabajador de una funeraria en el Alto Manhattan.

“Todo es una incertidum­bre”

El dominicano Gregorio Velásquez, de 83 años, ingresó la semana pasada a cuidados intensivos del Presbyteri­an Medical Center del Alto Manhattan, con un cuadro clínico asociado con el coronaviru­s. En efecto, falleció luego de tres días de complicaci­ones.

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