TRUMP FRENTE A UN RIVAL DISTINTO
En la obra autobiográfica “El arte de la negociación”, Donald Trump cuenta que cuando cursaba el segundo grado golpeó a un profesor de música porque consideraba que el maestro no sabía nada del tema, y casi fue expulsado.
Esta anécdota refleja a Donald Trump de cuerpo entero. Trump es un acosador que ha ido por la vida atropellando a los demás sin sufrir ninguna consecuencia. Es conocido que centenares de contratistas han sufrido fraude por parte de este hombre que desde su posición de poder ha usado la Ley para asfixiarlos y terminar perjudicándolos. Trump es como esa serpiente que no acaba con su presa de un solo golpe, sino que la va sofocando poco a poco, casi imperceptiblemente hasta matarla.
En la política no ha sido diferente. No hay rival político que no haya sufrido un ataque vicioso a su persona y a su carácter. Los mas experimentados e inteligentes han comprendido que intentar responderle a su mismo nivel es no solo ineficiente sino además peligroso. Los que han sucumbido al primer impulso y han respondido de forma consecuente han caído víctimas de ataques desenfrenados.
El problema es que por aquello de un mínimo de decencia, al final, resulta imposible vencerlo, gracias a su capacidad de ser un patán sin límites, que adicionalmente ve su conducta aupada por sus seguidores que celebran su salvajismo.
Esta forma de proceder ha sido eficiente hasta ahora. Sin embargo, el rival al que enfrenta en este momento lo
COVID-19 El presidente no puede vencer a la pandemia con su estilo manipulador.
ha puesto de rodillas. Al coronavirus no lo puede vencer con la manipulación de las leyes ni con su retórica agresiva. Tampoco lo puede derrotar dándole un golpe como al maestro de música.
Y este contrincante ha demostrado que Trump es, emulando al autor danés Hans Christian Andersen, un emperador desnudo. Trump ha mostrado no solo una total incapacidad para enfrentar una crisis sino una absoluta inhabilidad para mostrar empatía por el sufrimiento ajeno. Y sus acciones podrían caer inclusive en el terreno de lo criminal si se lograra comprobar que de hecho está utilizando esta crisis para castigar a sus rivales políticos. Lo realmente doloroso es que en este caso el resultado no es un ojo morado, o un empresario timado, sino la muerte posiblemente de cientos de miles de estadounidenses.
La lección que estamos por aprender nos va a costar muy caro y vamos a llorar lágrimas de sangre.
No se puede improvisar en un cargo tan importante a un narcisista ignorante sin conmiseración y respeto por sus congéneres. Porque hasta la incapacidad se le puede perdonar a un individuo, y además se la puede resolver con la asesoría adecuada.
Lo imposible es dotar a un acosador de la empatía necesaria para valorar el sufrimiento de la gente y actuar sin cálculos políticos de por medio.•