LO QUE LA PANDEMIA SE LLEVÓ
Escribo esta columna pensando en los fallecimientos de miles de personas que han ocurrido estas semanas. En esas miles de tragedias que están ocurriendo en el país, en las familias, heridas por la pérdida de sus seres queridos. Son días trágicos para el mundo. La catástrofe del coronavirus que llegó a nuestras vidas con una velocidad impresionante nos convirtió en una especie acosada por una amenaza invisible pero fatalmente constatable en los hospitales donde cientos se debaten entre la vida y la muerte.
Hoy pensaba justamente en el estado de terrible vulnerabilidad en el que nos hallamos, sin certezas ante un futuro lleno de zozobra, ya sea por la enfermedad o por la pobreza que nos acecha: el desempleo y una crisis económica de consecuencias catastróficas. La tormenta que se avecina como un vendaval cuando reabran las ciudades a ciegas, si no hacen pruebas de detección, ni rastreo de casos, por la obstinación del Presidente de no gastar en ellas, desechando criminalmente la única herramienta que ha funcionado en países que van delante de nosotros. La terrible irresponsabilidad de exponer a millones a un enemigo que no se ha ido y no se irá hasta que nos volvamos inmunes a través de una vacuna o nos quedemos confinados para protegernos a nosotros y a los nuestros.
Los niños que solían asistir a la escuela, socializar, encerrados en casa. Los niños que ahora sabemos corren más riesgos de enfermar severamente y morir, como una
México Todos vivimos momentos de zozobra.
angustia adicional.
Perder el trabajo, no poder realizarlo, haber perdido oportunidades. Una crisis generalizada, además, como la segunda parte de las tristes calamidades de estos tiempos. Es difícil no desanimarse, querido lector, si uno piensa detenidamente en lo que ocurre. Si a este escenario mundial uno le suma un Gobierno incapaz de lidiar con la realidad, encaprichado con llevar a cabo proyectos que el tiempo ha vuelto inviables, carente de empatía con la tragedia nacional, empeñado en destruir al sector artístico, cultural y científico, no queda mucho de donde asirse: pura tristeza.
Artistas que están quedándose en la calle, que además debido al recorte presupuestal del 75% del presupuesto serán despedidos o ya no serán contratados, perderán su fuente de ingresos ¿qué harán? Increíblemente, el Presidente López Obrador decidió que este era el momento de ahorrar, dejar sin trabajo a miles de personas, como si la pandemia no fuera ya suficiente con sus propios efectos.
Así estamos todos, sobreviviendo, más o menos afectados por una cosa o por la otra. La zozobra de nuestras vidas, las consecuencias de la combinación de los gobiernos con una emergencia mundial inédita, a algunos países les sonríe, a otros los aterra ¿a quiénes pusimos a gobernarnos?