‘Barras bravas’, otro perdedor
Los grupos violentos del fútbol argentino son otros de los afectados por la pandemia
Las tribunas de los estadios argentinos, acostumbradas a recibir a miles de hinchas enamorados de sus clubes pero también a grupos violentos conocidos como ‘barras bravas’, lucen vacías desde mediados de marzo por la suspensión de los torneos debido al coronavirus.
El sociólogo e investigador Diego Murzi, vicepresidente de la ONG Salvemos al Fútbol (que lucha contra la violencia en este deporte), y Florencia Duarte, integrante de la Coordinadora de Hinchas (que agrupa a simpatizantes de diversos clubes), analizaron las consecuencias que puede tener en el fútbol local el hecho de que hinchas y barras estén meses fuera de los campos.
A pesar de que no hay una fecha estipulada para el regreso de la actividad, desde el Ministerio de Turismo y Deportes y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) adelantaron que el retorno será, al principio, sin espectadores.
“Las barras, como actores económicos del fútbol, se ven complicadas como los demás actores económicos: como el club, los jugadores o los sponsors (patrocinadores). Nadie gana”, dijo Murzi.
El vicepresidente de Salvemos al Fútbol remarcó que “las barras no solo se financian con el partido” y que habría que analizar qué relación tienen con los directivos de los clubes.
“Muchas de las barras llevan adelante actividades económicas informales, como la venta de ropa, y la economía informal murió (por la cuarentena obligatoria que rige en Argentina desde el 20 de marzo). Murió toda. No hay gente vendiendo en la calle. Si vos pensás a la barra como mayoritariamente gente de sectores populares, a los sectores populares informales los mató todo esto”, señaló.
Los más probable es que, tras varios partidos sin espectadores, se permita el ingreso de un número reducido de aficionados.
Para Murzi, un fútbol con menos espectadores es, “en cierto punto”, un fútbol con “menos conflictividad”.
“Obviamente, va a colaborar para tener estadios más fáciles de controlar, pero también en Argentina en el ascenso (divisiones inferiores) hay partidos de 5,000 o 6,000 personas que son un quilombo (caos). No necesariamente cuanta más gente más quilombo”, añadió.
El sociólogo no cree que en Argentina haya un “gran reclamo” ni un “revuelo gigante” por el regreso del fútbol.
“Las barras, como actores económicos del fútbol, se ven complicadas como los demás actores económicos: como el club, los jugadores o los sponsors. Nadie gana”