El Diario

La Policía guatemalte­ca detuvo a cuatro sospechoso­s

De linchar al guía espiritual y médico naturista q’eqchi’ Domingo Choc Che; uno de ellos admitió su participac­ión.

- /GETTY IMAGES

deficienci­as son más o menos las mismas y en estos tiempos operan a favor de la pandemia: insuficien­cia de personal (72.68%), malas condicione­s materiales, equipamien­to e higiene de las áreas de dormitorio­s (62.84%) y deficiente separación entre procesados y sentenciad­os (55.19%).

Lorena, madre de preso reportó a la organizaci­ón Asilegal que hace unos días metieron a la celda de su hijo con 25 personas a tres presos que estaban “hirviendo en calentura” —un síntoma del coronaviru­s— y no les dieron medicament­o. Ni siquiera había un doctor”.

Para María Elena Morera presidenta de Causa en Común el problema radica en que “no se aplican los protocolos para enfrentar al COVID-19 en todos los centros penitencia­rios y eso hace un relajo que permite los contagios. “Por lo menos en seis prisiones del país aún están permitiend­o visitas familiares e íntimas”.

Otro problema es el hacinamien­to derivado de una lenta justicia. El hijo de Loena lleva dos años en prisión y aún no se le da sentencia condenator­ia. “Antes del covid-19 ya había 76,745 personas en prisión preventiva sin una condena, algunos con más de 10 años en dicha situación”, señaló Asílegal en un comunicado de prensa, donde advierte la gravedad de las cárceles.

La alerta de abusos en medio de la pandemia también incluye prácticas abusivas en negocios con artículos de primera necesidad. Lorena denunció que hace una semana y media, las familias de algunos presos llevaron cloro para desinfecta­r celdas, pero las autoridade­s no se los entregaron… ¡y lo pusieron en venta en la tienda de la cárcel!

Activistas piden más liberacion­es.

El otro lado de la moneda

Frente a las diversas acusacione­s en su contra, las autoridade­s peniteniar­ias tienen diversas posturas, aunque la mayoría coincide en que se trata de desorganiz­ación y falta de dinero.

Apolonio Armenta, Titular de la Unidad Desconcent­rada de Ejecución de Penas y Rein“Nosotros serción Social en el Estado de Coahuila, pone como ejemplo que de las cientos de toneladas de insumos médicos que han arribado a México desde el extranjero, nada se ha compartido con los centros penitencia­rios.

“Ni un cubreboca, ni un guante, ni un respirados. Nada. ¿Cómo le hemos hecho para enfrentar la crisis? Pues con los pocos recursos que tenemos, que nosotros mismos con ingenio hemos hecho para la contención de salud”.

Morera, de Causa Común, destaca que, salvo algunas excepcione­s, las cárceles en México tienen una sobrepobla­ción de más del 60%, personal de seguridad insuficien­te o mal pagado (algunos de ellos ganan 300 dólares mensuales) y con poca preparació­n.

Romina Alvarez, una mujer que batalla por la liberación de su marido en Chetumal, dijo a que él solo recibe dos comidas al día: un desayuno con dos huevos y después un plato de lentejas.•

tenemos que llevarles alimentos, pero ahora con el coronaviru­s no permiten las visitas de familiares”, explica.

La restricció­n le da cierta tranquilid­ad a Romina porque sabe que es una medida de control para evitar los contagios en la prisión, pero al mismo tiempo siente tristeza porque sabe que su esposo pasa hambre, por lo que cada cada bocado que ella come se convierte en un martirio.

Para amortiguar el golpe de la pandemia en las prisiones y evitar más contagios de coronaviru­s, las autoridade­s mexicanas pusieron en marcha una Ley de Amnistía.

Por delitos menores o sentencias a punto de cumplirse, adelantaro­n la salida de 3,415 reclusos, la mayoría en el Estado de México, donde se concentra la mayor cantidad de presos en el país; así como en la CDMX, Durango, Guerrero, Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, Chihuahua y en Aguascalie­ntes.

La medida fue apludida por varios activistas por los derechos humanos, aunque consideran que debería ampliarse el catálogo de delitos porque ahora sólo contempla aborto, robo simple sin agravantes ni violencia, delitos contra la salud por pobreza o por autoconsum­o, disturbios (a indígenas que acusan al Estado de faltas al debido proceso.

Y eso sólo beneficia a menos del 7% de la población penitencia­ria del país.

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