LA UNIDAD RACIAL EN MANOS DE UN SUPREMACISTA
Solamente en la retorcida era presidencial de Donald Trump se le encarga al arquitecto de las políticas más racistas y antiinmigrantes de esta administración, el asesor Stephen Miller, que escriba un discurso sobre relaciones raciales, precisamente en medio del momento neurálgico que atraviesa esta nación.
La sola idea de que Miller esté pergeñando un texto sobre el tema que ha mantenido a las minorías raciales con una rodilla en el cuello desde prácticamente el nacimiento de este país debería alertar y alterar a quienes han padecido todas y cada una de sus políticas en contra de la gente de color, incluidos los inmigrantes, documentados o indocumentados.
Y solamente en una era política tan retorcida, las aspiraciones políticas se anteponen a la familia, tal como evidenció George P. Bush, Comisionado de Tierras en Texas.
El nieto del expresidente George Bush, sobrino del expresidente George W. Bush, hijo del exgobernador de Florida y exaspirante a la nominación presidencial republicana, Jeb Bush, e hijo de Columba Bush, una mexicana de León, Guanajuato, afirmó que votará por Trump este año.
Esto, a pesar de que el actual presidente hizo de su padre Jeb el centro de sus burlas y, a su familia, objetivo de constantes ataques; y a pesar de que Trump, al arrancar su campaña en 2016 tildó a los mexicanos de violadores y delincuentes.
La sola idea de que un Bush se traicione a sí mismo y a su entorno familiar también debe alertar y alterar. Lo primero, porque su decisión política es a todas luces un intento por atraer el voto latino más conservador o aún indeciso.
Pero él, con la mira puesta en futuros puestos públicos en Texas como gobernador o vicegobernador, sabe que, entre los republicanos de Texas, Trump es rey; así que la ambición política es más fuerte que las ofensas a su propia sangre. Debería recordar, ya que aún es joven e inexperto en la arena política, que todo lo que Trump toca lo destruye de una vez y para siempre. Como asqueante es que Miller, un reputado simpatizante de supremacistas blancos, sea el encargado de escribir un discurso de Trump sobre relaciones raciales y unidad racial.
El resumé racista de Miller, al menos el conocido, data de sus días de escuela intermedia cuando incluso rompió su amistad con un compañero porque era latino. En la universidad trabajó con el nacionalista blanco Richard Spencer. Ya en el Senado, cuando trabajaba para otro antiinmigrante, el exsecretario de Justicia y exsenador republicano de Alabama, Jeff Sessions, Miller promovía las ideas de nacionalistas blancos para guiar las propuestas de política pública, según correos electrónicos de Miller publicados por el Southern Poverty Law Center.
Y esa misma simpatía por los supremacistas blancos, que comparte con el presidente, es la que ha guiado las políticas de esta administración, desde la cancelación de DACA, el veto musulmán, la separación de familias en la frontera, así como su obsesión en reducir o incluso eliminar la migración documentada.