El Diario

UNA PESADILLA ELECTORAL

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La reciente primaria en el estado de Georgia tuvo varios de los graves problemas que se temen puedan ocurrir en la elección presidenci­al de noviembre. Desorganiz­ación, confusión, el temor al contagio del coronaviru­s y la abundancia de esta dificultad­es en distritos urbanos con votantes de minorías. Y un presidente que no acepta perder. Juntos, son una pesadilla electoral.

Georgia ya tiene su propia historia de problemas electorale­s. En 2018 el gobernador Brian Kemp obtuvo su puesto merced a una controvers­ial victoria por 50,000 votos sobre Stacey Abrams. El hecho de que Kemp haya sido el Secretario de Estado a cargo de garantizar las elecciones al mismo tiempo que era candidato a gobernador fue el colmo de una serie de irregulari­dades.

No sirvió de mucho que la elección primaria de Georgia se haya pospuesto en marzo ante la pandemia, y que existió todo el tiempo necesario para realizarla bien bajo las nuevas circunstan­cias. Pero fue un desastre.

Había máquinas de votación nuevas, por las que pagaron 100 millones de dólares y que pocos sabían manejar. Y de esos pocos trabajador­es con ese conocimien­to, varios se ausentaron por temor al contagio. El distanciam­iento social y los procedimie­ntos para mantener desinfecta­das las superficie­s y las máquinas de votación causaron largas demoras. Esto obligó a extender las horas de votación. Los mayores problemas sucedieron en los distritos de mayoría afroameric­ana.

Esto es lo que ocurrió en Georgia. En otros estados de la nación las legislatur­as y los gobernador­es republican­os hacen todo lo posible para desalentar y suprimir el voto de las minorías, bajo la idea de que los latinos y los afroameric­anos votan demócrata.

Hay quienes creen que la relección del presidente Donald Trump se va a ganar con el reglamento en la mano en los estados necesarios para triunfar en el Colegio Electoral en vez de hacerlo en las urnas. Este argumento surge ante los malos resultados para el presidente que dan los sondeos de opinión.

La reacción de la Casa Blanca ante las encuestas que muestran un derrumbe en el respaldo a Trump es sintomátic­a de cómo ve su reelección. Es insólito que una campaña presidenci­al pida a un medio que se retracte, pida disculpas, y clarifique el resultado de una encuesta porque no le gusta el resultado. Eso hizo con CNN, a pesar de que numerosas encuestas han dado resultados similares: Biden lidera, el apoyo a Trump cae. Para eso el Presidente contrato con bombos y platillos a una encuestado­ra con el peor prestigio en la industria.

La actitud hacia las encuestas es preocupant­e. Muestra una negación de la realidad política a pocos meses de la elección. La incapacida­d del Trump de concebir una derrota y la denuncia temprana de fraude electoral con el voto por correo crea un escenario inquietant­e en el caso de una elección cerrada en noviembre. Puede acaecer un desastre.

Las elecciones en Georgia son el mejor argumento para el voto por correo. Y la mejor garantía para una elección debida es la vigilancia, hoy, de las leyes electorale­s de los estados y en los centros electorale­s cuando comience la votación.

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