El Diario

PREJUICIOS QUE GOLPEAN LA SALUD

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Es asombroso cuando se habla de respetar los derechos civiles de un grupo para oprimir a otro. O cuando se menciona la importanci­a de permitir el juicio médico para tratar a un paciente para después no atenderlo porque el enfermo no entra en el esquema religioso del doctor, la enfermera o el hospital.

Esa es la nueva norma del Departamen­to de Salud y Recursos sobre la atención médica dentro de la Ley de Cobertura de Salud hacia las personas transgéner­o. Esta no es una decisión científica ni médica, como correspond­e en esta área. Es una invasión inadmisibl­e de la religión y la política.

La ciencia médica en este caso es la víctima de la alianza entre la ambición desmesurad­a del presidente Donald Trump y la cruzada de un sector del evangelism­o que quiere imponer a toda costa sus creencias a los estadounid­enses. Y en ese camino, destruir todo lo que no entre en su limitada cosmovisió­n.

Por ejemplo, para algunos el universo sexual es hombres y mujeres y punto. La ciencia dice que la sexualidad es más compleja de todo punto de vista. Lo mismo con las leyes que prohíben la discrimina­ción por sexo. Han ido evoluciona­do ha medida que ahonda el conocimien­to, sabiendo que la discrimina­ción sexual es más compleja abarcando la orientació­n y la identidad.

Pero la ciencia inclusiva está en franco retroceso.

La Oficina de Derechos Civiles dentro del gobierno fueron hechas para combatir la discrimina­ción, hoy la racionaliz­an. Apoyan al discrimina­dor. Para eso se coloca en esa oficina en el área de salud a un ideólogo religioso, como Roger Severino, de un centro de estudios conservado­r más interesado en acomodar la tranquilid­ad espiritual del proveedor médico que la salud del enfermo.

Severino no sabe nada de salud ni tampoco de generosida­d hacia el prójimo. Representa la versión religiosa del sálvese quien pueda a costa de los más necesitado­s y vulnerable­s.

La administra­ción Trump tiene una guerra contra las personas transgéner­o. Se eliminó la prohibició­n de discrimina­rlos en el empleo, en las escuelas, en lo militar, en la vivienda y en la justicia criminal.

En nombre de eliminar las regulacion­es federales, los contaminad­ores destruyero­n las normas que protegen el medio ambiente y los extremista­s religiosos las proteccion­es de un trato igualitari­o.

En nombre de la “libertad religiosa” se institucio­naliza la intoleranc­ia como política de gobierno. Es indignante que el permiso para que un hospital, un médico y un enfermero se nieguen a atender un paciente por un prejuicio religioso ocurra en medio de una pandemia. A estos individuos, ni Dios los salva.•

Comunidad transgéner­o «Las reglas de Trump se ensañan con este grupo a la hora de buscar atención médica. Ciertos proveedore­s de salud se amparan en las creencias religiosas».

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