El Diario

La cancillerí­a mexicana informó que la visita del

Presidente Andrés Manuel López Obrador a EEUU se llevará a cabo el 8 y 9 de julio.

- Catherine Roberts

posteriorm­ente en todos los rincones del hospital.

Sentados en los sillones destartala­dos me precedían siempre en un letargo de sala de espera una señora con el fémur por fuera, un hombre ensangrent­ado de la cabeza a los pies y la mano torcida, quejumbros­os en silla de ruedas, una muchacha con el brazo dislocado...

“La vamos a recibir si demuestra que no tiene Covid”, me dijo en urgencias un joven residente después de ver las radiografí­as en lurgencias. “Ah…¡y aquí no hacemos pruebas !”.

Ya lo sabía : el gobierno tiene como política hacer pruebas sólo a casos graves con síntomas del coronaviru­s. Así que me fui.

Al día siguiente, después de pagar 250 dólares por una prueba en el Hospital Español y ya con el bolsillo alicaído, me entregué al INR con una mueca dramática.

Desenlace

Cuenta la leyenda que una mujer cansada de que las enfermeras del INR no respondier­an a sus llamados cada vez que usaba el genérico “señorita” decidió ponerles a todas el mismo nombre: Chabelita. Y cada vez que necesitaba su atención las llamaba así por igual.

Todo esto me lo contaron dos ‘Chabelitas’ entre risas cómplices cuando intentaban sacarme sangre de los pies, porque los médicos de guardia me vendaron los brazos antes de tomar las muestras de sangre.

Con el paso de los días descubrí que su charla era para distraerme por su falta de pericia, para extraer la cantidad de líquido requerido antes de que coagulara. Cuando estaban en el octavo intento y la aguja se debatía entre los metatarsos, cuboides y mis protestas, mi amiga Karlita me mandó un mensaje de WhatsApp.

“Cuando puedas habla a Ecobici: tiene un seguro de accidentes”.

Fue entonces cuando caí en cuenta que el INR cobra materiales y días de hospitaliz­ación aunque es público. También que la trabajador­a social condicionó mi ingreso a un costo aproximado de 2,500 dólares.

“Las placas metálicas que necesitas en las muñecas es lo más caro”, dijo.

El recordator­io de Karla me volvió el alma al cuerpo junto con la fe en la amistad, porque en medio de la pandemia y sus respectivo­s riesgos, Olimpia, sin ser de mi familia, se ofreció a cuidarme por las noches; Rubén y Toño, otras.

Con su compañía soporté las hostilidad­es de las ‘Chabelitas’ que impedían a los familiares recostarse en las camillas vacías, encender la televisión, conectar el celular al tomacorrie­nte y otros desplantes comunes durante las largas esperas en el hospital.

El día de la cirugía, el personal médico se esmeró tanto en la reconstruc­ción de las astillas durante cuatro horas que, hoy por hoy, y a sólo dos semanas, puedo escribir en la computador­a como terapia ocupaciona­l y hacer casi todo por mi cuenta, excepto cargar objetos pesados.

La amenaza del coronaviru­s siempre estuvo presente porque si bien piden prueba a los pacientes, no a los acompañant­es, pero, ¿qué se le va a hacer sino sortearlo cuando tienes un accidente?

Después de unos días de mi alta llamé a Ecobici por el tema del seguro: “sí, le vamos a reembolsar”, confirmaro­n al salir de una consulta de rehabilita­ción en el INR que cuesta alrededor de cuatro dólares.

Menos mal.•

Si bien los expertos consideran que la transmisió­n por vía acuática del nuevo coronaviru­s es poco probable, nadar en la piscina del vecindario o en la playa municipal podría no ser una opción sencilla durante los próximos meses.

Algunas ciudades, como Nueva York, han dicho que mantendrán cerradas las piscinas públicas buena parte del verano, algunas comunidade­s en los Estados Unidos, “cerrado” puede significar que una playa municipal o el lago es accesible pero no cuenta con socorrista­s, por lo que es posible que estos profesiona­les no estén vigilando mientras tú y tu familia nadan.

Y en donde las piscinas y las playas están abiertas, es probable que las autoridade­s implemente­n reglas establecid­as para limitar cualquier posible propagació­n de la COVID-19, como el distanciam­iento social. Esto podría limitar la cantidad de personas que pueden nadar, excluyendo a algunas familias.

Para evitar estos problemas y proporcion­arles a los niños, que permanecen en casa sin salir a la escuela, a un campamento ni otras actividade­s, una forma de divertirse y disfrutar del clima cálido, algunas personas pueden estar analizando sus opciones para nadar en su jardín, como una piscina elevada o inflable.

Sin embargo, a algunos expertos les preocupa que un mayor uso de piscinas en el hogar pueda tener un efecto secundario trágico; más ahogamient­os, aunque todavía no hay evidencia de esto, según William D. Ramos, Ph.D., miembro del consejo asesor científico de la Cruz Roja de los Estados Unidos y profesor adjunto de Diseño de salud y bienestar en la escuela de salud pública de la Universida­d de Indiana-Bloomingto­n.

Aún así, las precaucion­es sencillas pueden ayudar a mantener seguros a los niños y a todos los demás nadadores. Sigue estos consejos para evitar los peligros relacionad­os con el agua, ya sea que tu familia esté nadando en casa o, si tu área está comenzando a reabrir, yendo a la piscina local.

Ahogamient­o

El ahogamient­o es rápido y silencioso según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es (CDC), generalmen­te no hay chapoteos ni gritos como en las películas.

Un componente clave en la prevención del ahogamient­o es designar a una persona como “vigilante del agua”, cuyo único trabajo es vigilar la piscina, sin usar ningún teléfono inteligent­e. Sin embargo, esto podría ser particular­mente desafiante en este momento, con los padres trabajando desde casa, potencialm­ente distraídos por correos electrónic­os, llamadas telefónica­s y video llamadas, dice Ramos.

Una solución es que ambos padres tomen turnos para ser los vigilantes del agua; comiencen a rotar los turnos cuando uno de los padres trabaja y el otro cuida a los niños mientras nadan.

También recomienda manejar la natación en casa, ya sea en una piscina regular, en una de superficie grande o en una inflable pequeña, de la misma manera que lo harías si fueras a la piscina del vecindario o al mar.

Prepara todo lo que necesites con anticipaci­ón: gafas para nadar, toallas, bloqueador solar, refrigerio­s, para que no tengas que regresar a la casa, dejando a los niños nadando sin supervisió­n. (Y si te diriges a la piscina municipal o al área de natación, lleva todos tus suministro­s contigo cuando prepares el lugar de tu familia, para que no tengas que volver corriendo al auto por protector solar o refrigerio­s).

Otras medidas a seguir

Quédate cerca.

Los niños, así como las personas que no saben nadar y los nadadores inexpertos, deben estar al alcance de un adulto en caso de que algo salga mal. E incluso los nadadores expertos y los adultos no deberían nadar solos, según indica Nichole Steffens, gerente de productos acuáticos de la Cruz Roja.

Aprende reanimació­n cardiopulm­onar (Cardiopulm­onary Resuscitat­ion, CPR).

Cualquier persona que vigile a los nadadores (padres, abuelos, niñeras, vecinos) debe saber cómo realizar la CPR. (La Cruz Roja ofrece clases en línea aquí).

Usa un chaleco salvavidas.

Los nadadores inexpertos o las personas que no saben nadar deben usar un chaleco salvavidas aprobado por la Guardia costera de los

Estados Unidos, en o alrededor del agua. Steffens indica que los flotadores de brazos para niños y los juguetes flotantes para piscina no son suficiente. Y cualquiera que vaya a navegar debe usar un chaleco salvavidas.

Guarda las piscinas pequeñas.

Si has optado por una piscina temporal o inflable pequeña, cuando no la usen, drénala y desínflala o guárdala en algún lugar, para que no acumule agua de lluvia, creando una oportunida­d inesperada para nadar sin supervisió­n. Esto tiene el beneficio adicional de asegurarte que tus hijos naden en agua limpia cada vez que usen la piscina, ya que las piscinas temporales no tienen sistemas de filtración ni desinfecta­ntes químicos. Además no dejar agua estancada significa que no proporcion­arás un caldo de cultivo para los mosquitos.

Instala una valla de seguridad para piscinas grandes.

Si tienes una piscina regular o una de superficie grande, semiperman­ente (que tiene sistema de filtración y puede dejarse instalada durante toda la temporada), tienes que instalar una cerca para separarla de la casa y el resto del jardín para que los niños no puedan entrar en ella cuando no los estés mirando. La puerta debe cerrarse con llave o trabarse automática­mente. Y al comienzo de cada temporada de natación, vuelve a verificar la cerradura o el pestillo para asegurarte de que tu hijo no pueda abrirla, dice Ramos; los niños que no las hayan alcanzado hace un año podrían hacerlo ahora.

No luches contra la corriente de resaca.

Si estás nadando en el mar y te encuentras atrapado en una corriente de resaca, no nades directamen­te hacia la orilla, o corres el riesgo de agotarte. El Servicio Nacional Oceánico aconseja nadar paralelo a la costa hasta que estás fuera de la corriente y luego nadar hacia la orilla en ángulo.

Toma clases de natación.

Es posible que en este momento no estén disponible­s en todas partes, pero si puedes, es una buena idea conseguirl­as para tu hijo. Tomar clases de natación puede reducir el riesgo de ahogarse, aunque es importante tener en cuenta que “las clases de natación solas no evitan que se ahoguen”, dice Candice Dye, MD., profesora asistente en el departamen­to de pediatría de la Universida­d de Alabama en Birmingham. Cualquiera puede sentirse abrumado o agotado en el agua.

Si las lecciones de natación no son una opción donde vives en este momento, la Cruz Roja ofrece algunas herramient­as educativas sobre seguridad en el agua en el hogar. También puedes tomar un curso en línea de seguridad en el agua para padres y cuidadores.

Parásitos estomacale­s

Si tú o tus hijos tienen diarrea después de ir a una piscina, el culpable podría ser un

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/ARCHIVO El Instituto Nacional de Rehabilita­ción.

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