El Diario

Leganés se aferra a primera división

- EFE MADRID

El Leganés continuó agarrándos­e a sus pocas opciones de salvación con una victoria épica contra el Valencia (1-0), que jugó casi toda la segunda parte con uno más y llegó a fallar una pena máxima.

Afrontaban los locales la cita habiendo sumado ante rivales directos cuatro puntos de los últimos seis. Sin embargo sobre ellos pesaba una crítica por falta de la ambición que se le presupone a quien salta al césped con la soga del descenso al cuello en cada partido.

Pedírsela en adelante cuando hasta el final de temporada tenían que ganar como mínimo dos partidos de tres ante el Valencia, el Athletic y el Real Madrid parecía demasiado. Y sin embargo rompieron los pronóstico­s para salir valientes.

Eso sí, quizás el guión hubiera cambiado si a los siete minutos Guedes no se hubiera encontrado con el larguero en un latigazo desde larga distancia cuya trayectori­a desorientó al guardameta Iván Cuéllar.

Fue lo más reseñable en los primeros veinte minutos de un cuadro visitante que, como la aspirina, se diluyó para dar vigor al rival.

La vencida llegó cuando un cabezazo prolongado por Siovas en el interior del área tocó en la mano de Kondogbia, quien había dejado el brazo atrás. Asumió la responsabi­lidad, porque en la situación del Leganés cualquier acción de este tipo lo es, Rubén Pérez. Y, brazalete en el hombro, engañó a Jaume antes de celebrar la diana con rabia.

Sin embargo en una campaña tan accidentad­a como está siendo la de los blanquiazu­les, rara vez hay alegría sin castigo. Poco después un músculo de la pierna de Kevin Rodrigues, de los mejores jugadores de la plantilla este curso, cedió para su desgracia.

Había aroma a drama en un anfitrión que suele ponerse febril cuando le acaricia la más mínima brisa. El temor no era infundado ya que a los pocos minutos Jonathan Silva se pasó de revolucion­es en una entrada por detrás que fue castigada con tarjeta roja tras acudir Melero López al VAR.

La herramient­a tecnológic­a fue también decisiva para señalar un penalti a favor de los de Voro por mano de Tarín cuando los madrileños estaban embotellad­os en su área. Le pegó Parejo y detuvo Cuéllar en una intervenci­ón que se celebró desde el banquillo casi como un gol.

Un receso en el via crucis seguro que iban a tener que afrontar los blanquiazu­les si querían la victoria. Ferrán, con un cabezazo que rozó el larguero, y Parejo en una falta desviada por el portero recordaron la garantía de sufrimient­o.

Hacen la primera faena

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EFE El equipo de Javier Aguirre sueña con salvarse.

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