COVID-19: PRUEBAS Y RASTREO
El presidente Donald Trump está convencido de que las pruebas de detección de coronavirus juegan en su contra. En parte es cierto. El que cada día se sumen 76,000 casos nuevos a los cinco meses de la pandemia refleja la pésima labor de la conducción política a nivel federal para enfrentar una crisis sanitaria de esta magnitud.
Es el resultado de la ausencia de un liderazgo en el gobierno federal de buscar una estrategia federal para enfrentar un enemigo que desconoce las fronteras estatales. Es la consecuencia de que la voz del ocupante de la Casa Blanca se escuche solo cuando alienta una presunta “liberación” de las normas establecidas para prevenir el contagio. Trump falta cuando se busca un rumbo positivo, sobra cuando alienta a saltar al vacío.
El empecinamiento del presidente en que el problema de los casos de coronavirus es consecuencia de un exceso de pruebas, del “éxito” de llegar a un récord de pruebas dejó de ser risible hace un tiempo. El nuevo paquete de emergencia es el último ejemplo de cuán alejada está la Casa Blanca de la realidad y de cómo el entorno presidencial de aduladores le toma en serio lo que en otra persona sería un desvarío.
La propuesta de los republicanos del Senado asigna 25,000 millones de dólares en subvenciones a los estados para llevar a cabo pruebas y rastreo de contactos, así como alrededor de 10,000 millones de dólares para los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y alrededor de 15,000 mil millones para los Institutos Nacionales de Salud, según los reportes. También habían 5,500 millones de dólares al Departamento de Estado y 20,000 millones de dólares al Pentágono para ayudar a contrarrestar el brote de virus y potencialmente distribuir una vacuna en el país y en el extranjero.
El presidente Trump se opone a esta propuesta. No quiere dar fondos federales para más pruebas ni para los rastreos. Tampoco para las agencias federales. Este es el resultado de pensar que cuando haya menos pruebas de detección hay menos casos, si hay menos casos se puede volver a la normalidad y si todo está como antes, será reelecto.
Es un razonamiento perverso para un conducta criminal.
El contagio de coronavirus está al nivel más alto. Hay estados que no dan abasto con las pruebas de detección. Las listas de espera son larga. Los resultados se demoran una semana en algunos casos. La cantidad de rastreadores es insuficiente. Con el retraso de conocer los resultados, labor de los rastreadores es difícil al pasar más de los tres días desde el contacto inicial.
En el Congreso hay diferencias entre demócratas y republicanos en cuanto al nuevo paquete de emergencia. Las pruebas de detección no es una de ellas. Esa piedra en el camino es exclusiva de Trump y de su ambición ilimitada de poder.•
Trump
«El mandatario no apoya otorgar más fondos para las pruebas».