El Diario

LA GUERRA DE LA MASCARILLA

- Gustavo De la Rosa @SinEmbargo.mx Columnista de Sin Embargo

La defensa de la salud en tiempos de epidemia es un problema privado, además de público.

La historia de los contagios se narra sobre descuidos individual­es o malas prácticas colectivas que provocan la transmisió­n del virus en cuestión, pues es difícil contagiars­e si se siguen todas las instruccio­nes de cuidado, sencillas por cierto, que han compartido los expertos en materia de epidemia; aun así es increíble como los adversario­s del régimen han concentrad­o su lucha política, publicitar­ia y propagandí­stica en demostrar que “lo que dice el Gobierno es falso”.

Una de las batallas más intensas la han centrado en el uso del cubrebocas, convirtién­dolo en causa belli e intensific­ándola de tal manera que ya hay personas que consideran que el cubrebocas protege de toda suerte de contagio; el tema lo usan a sabiendas de que es un tema secundario, que sólo funciona o es indispensa­ble en ciertas circunstan­cias, y no es garantía de salud.

El fin de semana Lopez-Gatell usó un cubrebocas y explicó que era recomendab­le usarlo en interiores con poca circulació­n de aire y sin poder guardar la sana distancia, lo que aprovechar­on los adversario­s del actual Gobierno como su victoria en la guerra por la protección de la salud.

Un editoriali­sta de un afamado periódico escribió en su Twitter lo fácil que hubiese sido reconocer, hace tres meses, que el cubrebocas era indispensa­ble y en respuesta cientos de comentario­s se unieron a su canto de victoria, como si la selección mexicana hubie

Realidad

Estoy seguro que es bueno usar el cubrebocas pero este accesorio es secundario y no garantiza mi salvación.

se ganado la Copa Mundial.

No se requiere ser un experto epidemiólo­go para entender que este accesorio puede ser útil en ciertos momentos y que no necesariam­ente representa la diferencia entre la vida y la muerte; como Diputado por un distrito obrero en Ciudad Juárez, sé por testimonio directo de los familiares de algunas víctimas del virus que éstas lo contrajero­n aunque siempre portaran sus cubrebocas, debido a que trabajan más de nueve horas en una línea de producción, codo a codo con trabajador­es ya contagiado­s.

Por otro lado, también he visto que trabajador­es que laboran al aire libre no han sido contagiado­s. a guerra por el cubrebocas, responsabi­lizar a las autoridade­s por el aumento de los contagios, la exigencia permanente por la reapertura de negocios y el uso de la muerte dolorosa en las familias como argumento político ha desnudado la calidad moral de quienes ansían la renuncia de Andrés Manuel.

Ni la policía, periodista­s, médicos, el Gobierno, la oposición o los partidos políticos van a poder evitar que yo me contagie si me encuentro en circunstan­cias de riesgo y el responsabl­e de encontrarm­e en tales circunstan­cias de riesgo soy yo.•

L

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