LA GUERRA DE LA MASCARILLA
La defensa de la salud en tiempos de epidemia es un problema privado, además de público.
La historia de los contagios se narra sobre descuidos individuales o malas prácticas colectivas que provocan la transmisión del virus en cuestión, pues es difícil contagiarse si se siguen todas las instrucciones de cuidado, sencillas por cierto, que han compartido los expertos en materia de epidemia; aun así es increíble como los adversarios del régimen han concentrado su lucha política, publicitaria y propagandística en demostrar que “lo que dice el Gobierno es falso”.
Una de las batallas más intensas la han centrado en el uso del cubrebocas, convirtiéndolo en causa belli e intensificándola de tal manera que ya hay personas que consideran que el cubrebocas protege de toda suerte de contagio; el tema lo usan a sabiendas de que es un tema secundario, que sólo funciona o es indispensable en ciertas circunstancias, y no es garantía de salud.
El fin de semana Lopez-Gatell usó un cubrebocas y explicó que era recomendable usarlo en interiores con poca circulación de aire y sin poder guardar la sana distancia, lo que aprovecharon los adversarios del actual Gobierno como su victoria en la guerra por la protección de la salud.
Un editorialista de un afamado periódico escribió en su Twitter lo fácil que hubiese sido reconocer, hace tres meses, que el cubrebocas era indispensable y en respuesta cientos de comentarios se unieron a su canto de victoria, como si la selección mexicana hubie
Realidad
Estoy seguro que es bueno usar el cubrebocas pero este accesorio es secundario y no garantiza mi salvación.
se ganado la Copa Mundial.
No se requiere ser un experto epidemiólogo para entender que este accesorio puede ser útil en ciertos momentos y que no necesariamente representa la diferencia entre la vida y la muerte; como Diputado por un distrito obrero en Ciudad Juárez, sé por testimonio directo de los familiares de algunas víctimas del virus que éstas lo contrajeron aunque siempre portaran sus cubrebocas, debido a que trabajan más de nueve horas en una línea de producción, codo a codo con trabajadores ya contagiados.
Por otro lado, también he visto que trabajadores que laboran al aire libre no han sido contagiados. a guerra por el cubrebocas, responsabilizar a las autoridades por el aumento de los contagios, la exigencia permanente por la reapertura de negocios y el uso de la muerte dolorosa en las familias como argumento político ha desnudado la calidad moral de quienes ansían la renuncia de Andrés Manuel.
Ni la policía, periodistas, médicos, el Gobierno, la oposición o los partidos políticos van a poder evitar que yo me contagie si me encuentro en circunstancias de riesgo y el responsable de encontrarme en tales circunstancias de riesgo soy yo.•
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