El Diario

“Hay que trabajar más aunque se gane menos”

- Edwin Martínez edwin.martinez@eldiariony.com

Sabina Morales lleva años rebuscándo­se la vida vendiendo frutas y comida de temporada en las calles. Trabajar duro es de lo que mejor sabe hacer, según confiesa, para poder tener una vida digna en la ciudad de las películas, los rascacielo­s, los desfiles, la moda los lujos, y también la ciudad donde cientos de miles de familias pobres deben “fajarse” para salir adelante: Nueva York, la ciudad donde a muchos les cuesta montarse en el tan mentado sueño americano.

Con un delantalci­to azul, para no ensuciarse, y tratando de mantener medidas de protección como el distanciam­iento social con sus clientes, la madre mexicana revela que desde que estalló la pandemia del coronaviru­s, que ha dejado hasta ahora casi medio millón de contagios y 32,000 muertes en todo el estado, las cosas se han puesto cuesta arriba.

“La gente ya no compra igual que antes, todas las ventas han bajado mucho. Yo antes iba dos veces a la marqueta, cada semana para comprar cosas para la venta y ahora solo voy una vez. Antes nos quedaban unos $1,500 o $1,100 cada dos semanas, pero ahora solo quedan $200 y $300 por semana. Es muy duro”, confesó la comerciant­e, quien con la llegada del COVID-19 aprendió que la distancia, más que las mascarilla­s, es lo que más importa.

“No nos queda de otra que cuidarnos y pedirle a Dios que no nos pase nada, no tenemos de otra. Los ‘biles’ no nos quiepara

El drama de los vendedores de helados, frutas y comida se rebuscan en calles, parques y estaciones del metro, luchando contra los efectos de la pandemia

Vanessa Jadad

ren esperar igual que la renta. Supuestame­nte nos dijeron que nos iban a dar tiempo pagar y eso noes así. La renta sigue corriendo, día con día llega el recibo de la luz, el del gas, el del teléfono, que es una necesidad y no hay más que que salir a rebuscárno­sla”, se quejó la vendedora ambulante. “Las deudas no dan espera y hay que trabajar más aunque se gane menos”.

Empezar a moverse

Y en medio del drama y la desesperac­ión que según Sabina significa, tener que empezar a moverse vendiendo, con el sol a todo lo que da, y la mayoría de veces, los siete días a la semana, irse a casa cuando el cielo ya se viste de noche, la bondad que afirma le ha dado un respiro es que el NYPD no los molesta.

“Lo bueno es que la policía ya nos deja trabajar tranquilos. Hace rato que nos dio un break y eso a uno lo pone mejor, porque uno no sale a trabajar con ese miedo. Imagínese uno con el temor del coronaviru­s y tener también el miedo de la policía, eso nos hubiera vuelto locos, pero ya no molestan”, agregó la ambulante.

Pero no todo ha sido miel sobre hojuelas en las relaciones con las agencias de la Ciudad, pues Sabina aseguró que al problema de no estar haciendo dinero suficiente por la falta de clientela dispuesta a gastar “lo que muchos ni tienen”, se le suman las multas.

La inmigrante denunció

«Ha sido muy difícil. Yo trabajo a veces desde las 10:00 de la mañana hasta pasadas las 8:00 de la noche».

el virus a su hogar. “Ojalá que eso no pase, pero nos toca seguir trabajando duro”.

Sabina Morales

«La gente ya no compra igual que antes, todas las ventas han bajado mucho».

Hacer el quite a la mala racha

Y en otro punto de la ciudad, en la estación del metro de la calle 59 con la Avenida Lexington, en una de las plataforma­s, con un puesto improvisad­o, una vendedora mexicana, que solo se identificó como Ana, trata de hacerle el quite a la mala racha que vive la ciudad, vendiendo piña. Afirma que no gana mucho, pero coincide en que la policía le ha dado luz verde.

“Aquí me paro yo y en Union Square a veces y en otros lados para ver si hacemos algo de dinero, porque las cosas están muy terribles. No se hace mucho, al menos lo del gasto y a lo menos la policía ya no nos persigue tanto como antes, pero sé que algunos le siguen poniendo multas a algunos. A mi no, pero a mi cuñado si le pusieron”, dijo la madre de familia. “Solo le pido a diosito que esto pronto acabe y ojala cuando todo se normalice nos dieran licencias y más apoyo”.

La comida calientita

A varios minutos de allí, en el parque de Astoria, la mexicana Lourdes Chaydez, también trata de rebuscarse vendiendo empanadas, quesadilla­s, tamales, aguas y soda. Con ayuda de una canasta en la que mantiene la comida calientita y un carrito pequeño de supermerca­do con las bebidas, se busca la vida en compañía de sus dos hijos de menos de 10 años.

“Yo soy madre soltera y antes vendía helados, pero ahora ya muy poquitos compran, entonces tuve que dejar eso y prefiero venirme aquí al parque que la gente que está jugando fútbol y haciendo ejercicio siempre anda con sed y algunos de mis paisanos y los colombiano­s les da hambre y compran”, comentó la madre de familia, quien a diario recorre el parque de lado a lado. “Si antes esto estaba canijo (difícil), ahora con el covid esto está peor, especialme­nte para mamás como yo, que teniendo hijos ciudadanos, ni siquiera hemos recibido un dólar de las ayudas del Trompas (Trump), porque por tener ellos una mamá sin papeles, les quitan el derecho... Se siente feo, pero hay seguir echándole ganas”.l

 ?? /FOTOS EDWIN MARTÍNEZ ?? Vanessa Jadad, vendedora de helados y aguas frescas, confiesa que la pandemia se llevó sus ingresos y los de su familia.
/FOTOS EDWIN MARTÍNEZ Vanessa Jadad, vendedora de helados y aguas frescas, confiesa que la pandemia se llevó sus ingresos y los de su familia.

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