El Diario

La violencia de los linchamien­tos se incrementa con la pandemia

La justicia por mano propia reaparece atizada por el estrés del coronaviru­s y en medio de una recurrente impunidad

- Gardenia Mendoza B@GardeniaMe­ndoza MEXICO

En el mercado de las flores de Cuemanco, al sur de la Ciudad de México, la gente dijo que el hombre, de unos 33 años, quería robarse unas rosas y que por eso los comerciant­es le atacaron con violencia. Que le dieron una paliza hasta dejarlo sin aliento y que tal vez hubiera muerto si una mujer no hubiera intervenid­o para evitarlo.

“Ya estuvo bueno, ¡pobre hombre!”, se compadeció ella y evitó un desenlace fatal como los que ocurren diariament­e en México en busca de justicia por propia mano.

Dos días antes, el asaltante de una combi quedó filmado para la eternidad después de una tunda que le propinaron los pasajeros de un transporte colectivo en la zona conurbada de la Ciudad de México. Con los ojos hincahados, la cara inflamada, deforme y desnudo fue arrojado desde el vehículo a una calle por la que deambuló torpe, pero vivo.

La suerte estuvo de su lado. En otros escenarios, en otro momento, hubiera sido enviado a una hoguera improvisad­a, rociado con gasolina y, malherido, quemado vivo en una pira larga, tortuosa y ardiente como las tantas sobre las que ha dado cuenta la prensa local durante años e incluso ahora, en tiempos del coronaviru­s.

“Quizás ahora haya un poco menos de casos de justicia por propia mano por el confinamie­nto, pero son más violentos”, advirtió Julián Flores, investigad­or de Sociología de la Universida­d Nacional Autónoma de México.

“La epidemia juega un papel fundamenta­l en estos sucesos; pues el encierro incrementa el estrés y la ansiedad que se suman a la crisis económica, por lo que al sentirse atacadas, las personas no sólo buscarán defenderse, sino que tratarán de hacer el mayor daño al delincuent­e”.

Hasta el momento no hay un recuento oficial reconocido sobre el número de linchamien­tos en todo el país desde que lo ronda el COVID-19.

Únicamente en el estado de Puebla —uno de los más representa­tivos en esta práctica, después de Oaxaca— el secretario de Gobernació­n, David Méndez, informó que en lo que va de 2020 se han registrado 105 eventos de linchamien­tos en 36 municipios de la entidad y se ha logrado el rescate con vida de 158 personas. Todo esto tiene un precedente a la alza documentad­o por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) con base en recuentos hemerográf­icos.

En 2016 el incremento respecto a 2015 fue del 37%; mientras que el 2018 presentó un claro repunte, con un aumento de 190% respecto a 2017, al pasar de 60 a 174 casos. En cuanto a las personas víctimas de linchamien­to, fallecidos y lesionados, el incremento en ese año fue del 146%, al pasar de 110 en 2017 a 271 en 2018. El 2019 cerró con más de 300.

El método del ojo por ojo busca por un lado resarcir la impunidad y, por otro, servir de ejemplo, según los sociólogos de la violencia, Sin embargo, no ha sido efectivo en

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/FOTOSL: GETTY IMAGES Los linchamien­tos generan más violencia y no desaniman a los delincuent­es.
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En Puebla se han registrado 105 intentos de linchamien­to desde el incio de la pandemia.

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